En su tradicional mensaje de Navidad, Víctor Alejandro Aguilar Ledesma, obispo de la diócesis de Celaya, en el estado de Guanajuato, aseguró que este tiempo litúrgico debe representar esperanza ante la violencia que azota al país, particularmente en esa entidad.
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Celaya es un municipio guanajuatense, y desde hace varios años es considerada una de las ciudades más peligrosas e inseguras del mundo debido a la violencia provocada por el combate entre bandas del crimen organizado.
En ese contexto, el obispo recordó que la Navidad “nos debe llenar de alegría; la alegría es el patrimonio del cristiano; vivimos felices porque Dios está con nosotros y aunque las discusiones sean difíciles en nuestro tiempo por tantas violencias que vivimos, tantas muertes, eso nos puede llenar a nosotros de desconsuelo”.
Y añadió: “para nosotros los que tenemos esta alegría del Señor, nos damos cuenta que si el Señor está con nosotros, ¿quién podrá estar en contra nuestra? Diría San Pablo: nada puede apartarnos, ni la muerte, ni la fricción, ni la espada, ni la desnudez”.
Por lo anterior -explicó el obispo- eso es lo importante que esta Navidad: “abre el corazón a Jesús, siente su presencia, su amor, para que se produzca esa alegría y ese gozo como lo experimentaron los pastores. Les anunciamos un gozo inmenso: hoy ha nacido el Salvador”.
“El pesebre incomoda a algunos”
De igual modo, el obispo Aguilar Ledesma hizo mención indirecta de la problemática suscitada hace mes y medio en torno a una iniciativa en la Suprema Corte de Justicia de la Nación que buscaba prohibir la instalación de pesebres en vía pública.
En su mensaje señaló: “hoy en estos tiempos hemos escuchado que hay algunos que protestan, se incomodan por el nacimiento de Jesús; creo que ha habido por parte de algunos grupos cierto resentimiento y buscan la forma de eliminar estas expresiones de una verdad fundamental: que Dios nos ha amado tanto que envío a su Hijo; nació de la Virgen María, para nuestra salvación; esto es lo que celebramos en Navidad”.
El obispo concluyó su mensaje afirmando que “al celebrar la encarnación del hijo de Dios nos damos cuenta que ese grande amor a Dios está tan cerca de nosotros que podemos tocarlo, que podemos abrazarlo; y el mismo Dios se hizo niño para que podamos tenerlo cerca nosotros, abrazarlo y que no tengamos miedo de acercarnos a él”.