El 4º centenario de la muerte de san Francisco de Sales, ha sido la ocasión para el papa Francisco oportuna para rescatar algunas enseñanzas del ‘Doctor del Divino Amor’. Así lo hace a través de ‘Totum amoris est’, ‘Todo pertenece al amor’, una carta apostólica publicada este 28 de diciembre, día en el que se cumple la efeméride. De esta manera recoge “la herencia espiritual” de este santo que “tenía poco más de cincuenta años y, durante los últimos veinte años, había sido obispo y príncipe ‘exiliado’ de Ginebra”.
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Tras repasar brevemente su biografía, el Papa destaca su servicio a través de “confesiones, coloquios, conferencias, predicaciones y las últimas, infaltables, cartas de amistad espiritual” entre las que descubre “la razón profunda de este estilo de vida lleno de Dios se le había hecho cada vez más nítida a lo largo del tiempo, y él la había formulado con sencillez y precisión” al escribir “Dios es Dios del corazón humano”.
“La experiencia de Dios es una evidencia del corazón humano. Esta no es una construcción mental, más bien es un reconocimiento lleno de asombro y de gratitud, que resulta de la manifestación de Dios”, señala el pontífice. “Para san Francisco de Sales no hay mejor lugar donde encontrar a Dios y ayudar a buscarlo que en el corazón de cada mujer y hombre de su tiempo”, añade. “Es conmovedora su atención en reconocer el cuidado de lo que es humano como indispensable. En la escuela de la encarnación había aprendido a leer la historia y a habitarla con confianza”, señala más adelante.
La aventura de conocerse
Empeñado en aplicar cono corma de vida “el criterio del amor”, el santo “fue testigo de ese amor”. “Su enseñanza, en efecto, nació de una escucha atenta de la experiencia. Él no hizo más que transformar en doctrina lo que vivía y leía en su singular e innovadora acción pastoral, gracias a una agudeza iluminada por el Espíritu” y por eso escribió: “Todo en la Iglesia es para el amor, en el amor, por el amor y del amor”.
Así, el Papa destaca “los años de la primera formación” del santo saboyano como “la aventura de conocerse en Dios”; tras sus estudios en París y Padua, de regreso a Annecy descubre “un mundo nuevo” como sacerdote y su primera difícil misión en la región calvinista del Chablais desde descubrió “sus aptitudes de mediador y hombre de diálogo” y de audacia pastoral “como las famosas ‘hojas volantes’, que se colgaban en todas partes e incluso se deslizaban debajo de las puertas de las casas”. Tras una misión diplomática fallida, comenzó a escribir “infinidad de cartas de amistad espiritual”, como fue el encuentro Juana Francisca de Chantal, fundadora con él de la Visitación, las salesas. Ahí propone “un método que renunciaba a la severidad y confiaba plenamente en la dignidad y capacidad de un alma devota, no obstante sus debilidades”.
Un cambio de época
Como obispo, destaca el Papa, “fue intérprete del cambio de época y guía de las almas en un tiempo que tenía sed de Dios de un modo nuevo. El pontífice confiesa: “he encontrado iluminadoras su flexibilidad y su capacidad de visión. Un poco por don de Dios, un poco por índole personal, y también por la profundización constante de sus vivencias, había tenido la nítida percepción del cambio de los tiempos”. “Es lo que también nos espera como tarea esencial para este cambio de época: una Iglesia no autorreferencial, libre de toda mundanidad pero capaz de habitar el mundo, de compartir la vida de la gente, de caminar juntos, de escuchar y de acoger”, recalca el Papa.
Para Bergoglio, “él nos invita a salir de la preocupación excesiva por nosotros mismos, por las estructuras, por la imagen social, y a preguntarnos más bien cuáles son las necesidades concretas y las esperanzas espirituales de nuestro pueblo”. Desde huna visión del hombre “hecho por Dios para volar y desplegar todas sus potencialidades en la llamada al amor, corre el riesgo de volverse incapaz de levantar el vuelo cuando cae a tierra y no acepta volver a abrir las alas a la brisa del Espíritu”, añade.
Francisco de Sales ofrece también una visión actualizada de la “devoción”. “La novedad y la verdad de la devoción se encuentran en otro lado, en una raíz profundamente unida a la vida divina en nosotros”, escribe Bergoglio relacionándola con la caridad y la vocación universal a la santidad. Ya que “todo ello condujo al santo obispo a considerar la vida cristiana en su totalidad como ‘el éxtasis de la obra y de la vida’” a través de la alegría. “Para san Francisco de Sales la vida cristiana nunca está exenta de éxtasis y, sin embargo, el éxtasis no es auténtico sin la vida”, explica el Papa.