Desde que, el 11 de febrero de 2013, Benedicto XVI renunciara al papado y se recluyera en el Monasterio Mater Ecclesiae, se comprometió a no interferir en la labor de su sucesor. Eso sí, nunca llegó al extremo de establecer una especie de voto de silencio. Y es que, aunque sus apariciones siempre han sido muy discretas, no ha dejado de estar de algún modo presente en la vida de la Iglesia.
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Sin duda, aunque la relación entre Joseph Ratzinger y Jorge Mario Bergoglio ha sido muy estrecha y no ha habido ningún punto de fricción público, algunos de los más críticos con Francisco han tratado de alentar polémicas de todo tipo. En este sentido, el momento más complicado se dio en 2022, cuando el cardenal Robert Sarah, prefecto de la Congregación para el Culto Divino y la Disciplina de los Sacramentos, publicó el libro ‘Desde lo más profundo de nuestros corazones’.
Defensa del celibato
Por su llamada de atención sobre la defensa del celibato y en el contexto en que se esperaba que el Papa publicara su exhortación sobre el Sínodo para la Amazonía, en el que varias voces reclamaron ordenar a hombres casados en esa región, atronó esta afirmación del libro: “No nos podemos callar; el celibato es indispensable”. Y todo en un momento de “crisis impresionante de la Iglesia”.
Pero impactó, sobre todo, porque el libro se promocionaba como una obra escrita “a cuatro manos” entre Robert Sarah y Joseph Ratzinger. Fueron días de fuerte polvareda mediática y en los que se cuestionó el papel del secretario del papa emérito, Georg Gänswein, a la hora de mediar en el proyecto.
Contribución en obediencia filial
Por parte del vaticano, la polémica se zanjó con un artículo firmado por el director editorial del Dicasterio de Comunicación, Andrea Tornielli, en el mismo que, más allá del papel de Ratzinger en la obra, se la estimaba como “una contribución en obediencia filial al Papa. Quien no dio un paso atrás fue Sarah, quien llegó a afirmar que ofrecería “las pruebas de mi estrecha colaboración con Benedicto XVI para escribir este texto a favor del celibato”.
Pese a ello, la editorial tuvo que dar marcha atrás y retirar el nombre de Ratzinger como coautor, explicándose que simplemente había contribuido con un breve texto y que Benedicto XVI era ajeno a toda intención crítica contra Francisco.
Iba a declarar en el juicio
La otra gran espina para el papa emérito también surgió hace dos años, cuando se le acusó de haber encubierto al menos abusos sexuales cuando era arzobispo de Múnich y Freising, entre 1977 y 1982. Tras ir el caso adelante y confirmarse el juicio, Benedicto XVI tenía previsto declarar por escrito este próximo 24 de enero.
En su amplio informe, Ratzinger documentaba su inocencia. Eso sí, en una carta posterior, admitió que hubo “un descuido” respecto a su participación en una reunión en 1980 en la que se habría abordado el caso de un sacerdote pederasta. Tras asegurar que él no asistió a dicho encuentro, finalmente, fue consciente de que sí estuvo. Tras reconocer que había sido “un error”, recalcaba que no había sido “intencionado” y pedía que no se le tratase “como a un mentiroso”.
‘Mea culpa’ papal
En dicha misiva, Ratzinger pedía perdón sin ambages: “Una vez más, solo puedo expresar a todas las víctimas de abusos sexuales mi profunda vergüenza, mi gran dolor y mi sincera petición de perdón”. Consciente de que “he tenido una gran responsabilidad en la Iglesia católica”, reconocía que “tanto más grande es mi dolor por los abusos y errores que han ocurrido durante el tiempo de mi mandato en los respectivos lugares”.
En la parte final de la carta, Raztinger ya miraba cara a cara a la muerte y apelaba a la misericordia divina: “Roguemos públicamente al Dios vivo que perdone nuestras culpas, nuestras grandes y grandísimas culpas. (…) Pronto me enfrentaré al juez definitivo de mi vida. Aunque, mirando hacia atrás en mi larga vida, puedo tener muchos motivos de temor y miedo, sin embargo, tengo un estado de ánimo alegre porque confío firmemente en que el Señor no solo es el juez justo, sino también el amigo y hermano que ya ha sufrido él mismo mis carencias y es, por tanto, como juez, al mismo tiempo mi abogado”.
Último adiós a Georg
Otro momento de especial tristeza se dio el 1 de julio de 2020, cuando murió su hermano mayor, Georg Ratzinger, a los 96 años. Sin embargo, tuvo la oportunidad de visitarle en su Alemania natal antes de que falleciera, viviéndolo también como una última oportunidad de regresar a sus raíces y visitar la tumba de sus padres. Fue la única vez en que Benedicto XVI, en esta década, salió de su retiro romano.
Más allá de estas tres grandes cuestiones (el libro de Sarah, las acusaciones de encubrimiento de abusos y el fallecimiento de su hermano), estos años han sido ciertamente tranquilos para el papa emérito, quien no ha dejado de escribir y pronunciarse sobre determinadas cuestiones. La última, por ejemplo, la guerra de Ucrania. Como rebeló Joachim Herrmann, ministro del Interior de Baviera, quien le visitó en mayo, Ratzinger le habría asegurado que, “solo a través de la cohesión conjunta del Estado, la sociedad y las Iglesias, con el compromiso personal de miles de mujeres y hombres, podemos prevenir una catástrofe humanitaria y aliviar el sufrimiento de la gente”. El 9 de noviembre, al ser visitado por el arzobispo Sviatoslav Shevchuk, líder de la Iglesia greco-católica ucraniana, le aseguró que “sigue rezando por Ucrania”.