Una de las cosas que nos deja en herencia el papa Benedicto XVI la tenemos ante nuestros ojos cada vez que celebramos la eucaristía. Me refiero al cambio en la fórmula de la institución en el Misal romano: “… Tomad y bebed todos de él [el cáliz], porque esta es mi sangre, sangre de la alianza nueva y eterna, que será derramada por vosotros y por muchos para el perdón de los pecados”.
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Mucho se habló de ese cambio de “todos” por “muchos”. Incluso hubo oposiciones importantes, como la de amplios sectores del ámbito lingüístico alemán. Por eso, el 14 de abril de 2012, el papa Benedicto escribió una carta al presidente de la Conferencia Episcopal Alemana, Mons. Robert Zollistsch, explicando el porqué del cambio e instando a una catequesis que trasladara a los fieles el sentido de la nueva fórmula.
La carta es breve y merece la pena leerse, porque en ella se encontrarán al menos tres de los rasgos que han caracterizado la figura del papa Ratzinger.
Tres claves
Por una parte, Benedicto XVI fue un pensador riguroso que no podía dejar pasar el hecho de que la traducción “por todos” respondía –en su opinión– a un consenso exegético que ya no existía. Así, la literalidad “por muchos” de Mc 14,24; Mt 26,28, basada en Is 53,11s, se entendió en su momento como un semitismo que debía traducirse “por todos”, que era su sentido. Sin embargo, Benedicto XVI expone que, habida cuenta de la desaparición del consenso, traducir “por todos” es más una interpretación que una traducción. De ahí la propuesta de volver al original “por muchos”, aun sabiendo que la interpretación “por todos” tenía y sigue teniendo fundamento.
Pero no solo encontramos en la carta una preocupación de erudito por el sentido de los textos, sino que por debajo se percibe claramente un amor a la palabra de Jesús y un respeto por la tradición de la Iglesia, que es otra de las características que podemos reconocer en el papa Benedicto XVI. Lo dice explícitamente en el texto de la carta: “Respeto reverencial de la Iglesia por la palabra de Jesús, fidelidad de Jesús a la palabra de la ‘Escritura’: esta doble fidelidad es la razón concreta de la fórmula ‘por muchos’. En esta cadena de reverente fidelidad nos insertamos nosotros con la traducción literal de las palabras de la Escritura”. Aunque sea enormemente difícil establecer las ‘ipsissima verba Iesu’, lo cierto es que la Tradición ha ido transmitiendo “por muchos” (‘pro multis’ en latín). Esa fidelidad a Jesús, a través de la Tradición, es lo que mueve a Benedicto al cambio mencionado.
Por último, un tercer rasgo de la figura del papa Benedicto quizá se podría descubrir en el empeño que pone en la carta en la “enseñanza”: una preocupación por instruir a los fieles y explicarles la salvación universal de Cristo, aparentemente dañada por “reducir” esa salvación de “todos” a “muchos”. En esa enseñanza es clave la dinámica y la relación entre el “vosotros”, el “muchos” y el “todos”. “Nosotros somos muchos y representamos a todos. Así, ambas palabras, ‘muchos’ y ‘todos’ van juntas y se relacionan una con otra en la responsabilidad y en la promesa”.
¿Se equivocó Benedicto XVI al proponer ese cambio en la fórmula litúrgica? Lo cierto es que en él encontramos reflejadas las grandes preocupaciones del papa emérito, así como algunas de las características personales de su figura.