Una vez más, el papa Francisco clarifica qué dijo y que no dijo para quienes acostumbran a traducirlo de forma malintencionada. “El ser homosexual no es un delito. No es un delito. ‘Sí, pero es pecado’. Bueno, primero distingamos pecado por delito. Pero también es pecado la falta de caridad con el prójimo, ¿y vos cómo andás?”. Así. Textual. Palabra por palabra, fue la declaración de Francisco en su reciente entrevista con AP en la que simulaba una conversación con otra persona.
- PODCAST: Los teólogos ya no van a la hoguera
- Regístrate en el boletín gratuito y recibe un avance de los contenidos
¿Puede ser más claro el Pontífice? Pues en esta carta escrita en español a James Martin, el jesuita que lleva adelante la pastoral LGTBIQ+ en Estados Unidos y Outreach –un recurso online de esta pastoral–, lo intenta: “Cuando dije que es un pecado, simplemente me estaba refiriendo a la enseñanza moral católica, que dice que todo acto sexual fuera del matrimonio es un pecado. Por supuesto, también hay que considerar las circunstancias, que pueden disminuir o eliminar la culpa”.
Y continúa: “Como pueden ver, estaba repitiendo algo en general. Debería haber dicho: ‘Es un pecado, como lo es cualquier acto sexual fuera del matrimonio’. Esto es hablar de ‘la materia’ del pecado, pero bien sabemos que la moral católica no solo toma en consideración la materia, sino que también valora la libertad y la intención; y esto, por toda clase de pecado”.
Jorge Mario Bergoglio sale así al paso de otra polémica estéril. Ante la controversia de estos días, Martin buscó, a través de un correo electrónico, la respuesta del Papa a tres preguntas: (1) ¿Por qué decidió llamar a despenalizar la homosexualidad en este momento? (2) ¿Piensa que el simple hecho de ser gay es un pecado? (3) ¿Qué le diría a los obispos católicos que aún apoyan la criminalización de la homosexualidad?
Francisco contesta a su “querido” hermano agradeciéndole las preguntas y asegurándole que reza por él y por su trabajo. Y responde. “No es la primera vez que hablo de la homosexualidad y de las personas homosexuales. Y quería aclarar que no es un delito, para recalcar que la criminalización no es ni buena ni justa”, afirma en relación a la primera de las cuestiones, unas declaraciones que le han convertido en el primer Pontífice en pedir la despenalización de la homosexualidad.
Tras la respuesta a la segunda, se lanza a la tercera: “Yo le diría a quien quiera criminalizar la homosexualidad que se equivoca”.
¿Qué más dijo el Papa sobre la homosexualidad a AP?
Reproducimos a continuación la transcripción de sus palabras literales:
“En el catecismo de la Iglesia católica dice que las personas de tendencia homosexual tienen que ser acogidas, no tiene que ser marginadas, acompañadas si es que se da un lugar. En mi viaje de Brasil y primer viaje, dije aquella frase que a alguno le molestó, le molesta. Si hay una persona que busca a Dios y es sincera, quién soy yo para juzgarla. Está el Señor.
En el viaje de Irlanda, aquí la atención se volcó después sobre la carta de Viganò. Y se dejó de lado este asunto. Pero ahí me alcancé a decir que una familia que tenga un hijo o una hija con tendencia homosexual no tiene que despedirla, tiene que crear el cuadro familiar para que viva en paz. Y la condena de la homosexualidad viene de lejos.
Hoy día, por ejemplo, creo que los países que tienen condena legal son más de 50, condenas legales, y de estos creo que diez más o menos, un poquito por ahí, tienen la pena de muerte. No la nombran directamente, pero dicen ‘aquellos que tienen actitudes antinaturales’, o sea, buscan decirlo de manera escondida. Pero hay países que tienen esta fuerza de tendencia, o al menos culturas que tienen esa fuerte tendencia. Creo que es injusto.
Acá en la audiencia, de hecho recibo grupos de personas así. Lo hice general, los saludo, gente que viene en grupos. Una mujer que trabaja mucho con esto, este es un ejemplo, lo quiero decir, es una monja de 80 años. Sor Geneviève, que es una de las capellanas del circo, vive en una roulotte. Son de las Hermanas de Foucauld, viven tres ahí, en el circo. Y ella me trae, no digo todos los miércoles, pero al menos dos, tres miércoles al mes, un grupo de personas con un sacerdote que también trabaja allí.
Somos todos hijos de Dios y Dios nos quiere como estamos y con la fuerza que luchamos cada uno por nuestra dignidad. El ser homosexual no es un delito. No es un delito. ‘Sí, pero es pecado’. Bueno, primero distingamos pecado por delito. Pero también es pecado la falta de caridad con el prójimo, ¿y vos cómo andás?
O sea, distinguí eso. Y los países que tienen la pena de muerte son diez, 12, creo, todavía, más o menos. Pero curioso, nunca dicen la palabra, dicen ‘acciones deshonestas’ o algo. Usan un giro para decirlo. No, eso está mal. Está mal. Está muy mal. Creo que no hay que discriminar a nadie. Más aún saliendo ya del problema de la homosexualidad, vamos a otro problema. Al asesino más grande, al picador más grande tampoco hay que discriminarlo. Cada hombre y cada mujer tiene que tener una ventana en su vida donde pueda volcar su esperanza y donde pueda ver la dignidad de Dios. Y ser homosexual no es un delito. Es una condición humana.
La Iglesia tiene que contribuir a derogar estas leyes. Lo que pasa es que son culturas, culturas en un estado, y los obispos de ese lugar, si bien son buenos obispos, forman parte de la cultura y algunos tienen la mente todavía en esa cultura. ¿O no? También el obispo tiene un proceso de conversión. Yo de los obispos de esos lugares no tengo malas informaciones de ninguno, que están abiertos a ayudar no sólo en esto, sino otros problemas.
Pero ternura, por favor, ternura, como la tiene Dios con cada uno de nosotros. Volvemos las tres categorías de Dios. Dios tiene tres actitudes: cercanía, misericordia y ternura. Y con esas tres basta, está toda la teología ahí. Dios cercano, que está en la mano mía. Un Dios misericordioso que me perdona tantas veces. Un Dios tierno.
No sé si usted vio la ópera pop del hijo pródigo. Es de cuatro o cinco años atrás. Bueno, el hijo pródigo, todo en música pop, es una cosa bien hecha, bien moderna. Y termina que el pibe le dice a un amigo que extraña a su papá y que quiere volver, y este dice ‘mirá, escribile’, ‘tengo miedo que no me reciba’, ‘escribile, y decile que si te va a recibir, que ponga un pañuelito blanco en el balcón de la casa’. Y la ópera termina, que van los dos de camino. El amigo lo acompaña para encontrar al padre y cuando da la vuelta se ve la casa toda llena de pañuelitos blancos. Dios es generoso en su misericordia. El hijo pródigo, ‘pero vístanlo, el anillo, todo’. Se acabó, se olvida. El padre. Si predicáramos más sobre eso y no sobre tonteras, andaríamos mejor”.