El ‘basta ya’ del Papa ante las autoridades de Sudán del Sur: “Esta tierra no puede quedar reducida a un cementerio”

El papa Francisco, con el presidente de la República de Sudán del Sur en el Palacio Presidencial

El Papa no se ha mordido la lengua en su primer discurso en Sudán del Sur. En su mensaje a las autoridades en el jardín del Palacio Presidencial de Yuba, Francisco –flanqueado por el arzobispo de Canterbury, Justin Welby, y el moderador de la Asamblea General de la Iglesia Presbiteriana de Escocia, Iain Greenshields– ha clamado por la paz de forma muy contundente, porque “esta tierra no puede quedar reducida a un cementerio”.



Consciente de lo fuerte de sus palabras, el Pontífice ha concluido así: “Sé que algunas de mis expresiones pueden haber sido francas y directas, pero les ruego que crean que esto nace solo del afecto y de la preocupación con la que sigo vuestras vicisitudes”.

Jorge Mario Bergoglio, de forma pedagógica, ha guiado su exposición haciendo navegar a quienes le escuchaban a través del gran río que atraviesa el país: el Nilo. “Durante siglos los exploradores se han adentrado en el territorio en que nos encontramos para remontar el Nilo Blanco en búsqueda de las fuentes del río más largo del mundo. Quisiera comenzar mi itinerario con ustedes partiendo precisamente de la búsqueda de las fuentes de nuestra convivencia”, ha comenzado advirtiendo.

“Sean padres, no patrones”

“Distinguidas autoridades, ustedes son esas fuentes, las fuentes que riegan la convivencia común, los padres y las madres de este país niño. Ustedes están llamados a regenerar la vida social, como fuentes límpidas de prosperidad y de paz, porque esto es lo que necesitan los hijos de Sudán del Sur: padres, no patrones; pasos decididos hacia el desarrollo, no continuas caídas. Que los años sucesivos al nacimiento del país, marcados por una infancia herida, dejen paso a un crecimiento pacífico”, ha señalado.

En el mismo sentido, ha continuado: “Ilustres autoridades, vuestros ‘hijos’ y la historia misma les recordarán si hacen el bien a esta población, que les has sido confiada para servirla. Las generaciones futuras honrarán o borrarán la memoria de sus nombres en base a cuanto ustedes hagan ahora, porque, así como el río deja las fuentes para comenzar su curso, también el curso de la historia dejará atrás a los enemigos de la paz y dará renombre a quienes trabajaron por la paz”.

Sin embargo, “la violencia hace retroceder el curso de la historia. Para que esta tierra no quede reducida a un cementerio, sino que vuelva a ser un jardín floreciente, les ruego, de todo corazón, que acojan una palabra sencilla, que no es mía, sino de Cristo. Él la pronunció precisamente en un jardín, en el Getsemaní, cuando, ante el discípulo que había desenvainado la espada, dijo: ‘Basta’ (Lc 22,51)”.

“Señor presidente, señores vicepresidentes, en nombre de Dios, en el que mucha gente de vuestro país cree, ha llegado la hora de decir basta, sin condiciones y sin ‘peros’. Basta ya de sangre derramada, basta de conflictos, basta de agresiones y acusaciones recíprocas sobre quien haya sido culpable, basta de dejar al pueblo sediento de paz. Basta de destrucción, es la hora de la construcción”, ha clamado, para luego sentenciar: “Hay que dejar atrás el tiempo de la guerra y propiciar un tiempo de paz”.

Redistribuir las riquezas

El Papa les ha recordado que son una república. ¿Qué quiere decir? “Significa reconocerse como realidad pública, es decir, afirmar que el Estado es de todos; y, por tanto, que quien, en su seno, asume responsabilidades mayores, presidiéndolo y gobernándolo, está obligado a ponerse al servicio del bien común. Este es el propósito de la autoridad: servir a la comunidad”.

Para Francisco, “la tentación que está siempre al acecho es servirse de ella para alcanzar los propios intereses. No basta por tanto llamarse república; es necesario serlo, a partir de los bienes primarios. Que los abundantes recursos, con los que Dios ha bendecido esta tierra, no se reserven a unos pocos, sino que sean prerrogativa de todos, y que los planes de reactivación económica se correspondan con proyectos dirigidos a una redistribución de las riquezas”.

“Para la vida de la República es fundamental el desarrollo democrático –ha continuado–. Este tutela la benéfica distribución de los poderes públicos, de modo que, por ejemplo, quien administra la justicia pueda ejercitarla sin condicionamientos por parte de quien legisla o gobierna. La democracia presupone, además, el respeto de los derechos humanos, custodiados por la ley y por su aplicación, y específicamente presupone la libertad de expresar las propias ideas”.

“El proceso de paz requiere un nuevo impulso”

Continuando con la metáfora del río, Bergoglio ha señalado que este, tras superar zonas escarpadas que crean cascadas, se hace navegable para después adentrarse en zonas más pantanosas. “Análogamente, espero que el itinerario de paz no proceda entre altos y bajos, sino que se vuelva transitable, sin quedarse empantanado en la inercia”, ha recalcado. “Es tiempo de pasar de las palabras a los hechos. Es tiempo de pasar página; es tiempo de compromiso en favor de una transformación que es urgente y necesaria”, ha añadido.

Según ha expresado, “el proceso de paz y de reconciliación requiere un nuevo impulso. Que se entienda y se lleve adelante el acuerdo de paz, así como la hoja de ruta. En un mundo marcado por las divisiones y los conflictos, este país acoge una peregrinación ecuménica de paz, que constituye una rareza; ojalá represente un cambio de marcha, la ocasión para que Sudán del Sur vuelva a navegar por aguas tranquilas, reanudando el diálogo sin falsedades y oportunismos”.

“Que sea para toda una ocasión para relanzar la esperanza; que cada ciudadano pueda comprender que ya no es tiempo de dejarse llevar por las aguas malsanas del odio, del tribalismo, del regionalismo y de las diferencias étnicas; es tiempo de navegar juntos hacia el futuro”, ha aseverado.

“Quien comete violencia contra una mujer, la comete contra Dios”

Como ha recordado el Papa, el Nilo, en su recorrido junto al lago No se une a otro río, dando vida al denominado Nilo Blanco. “La límpida claridad de las aguas brota, por tanto, del encuentro. Este es el camino: respetarse, conocerse y dialogar. Porque, si detrás de cada agresión hay rabia y rencor, y detrás de cada rabia y rencor está el recuerdo de heridas, humillaciones y errores que no se han sanado, la única ruta para salir de ahí es el encuentro: acoger a los demás como hermanos y darles su espacio, incluso sabiendo dar un paso atrás”, ha afirmado.

Para el Papa, “para pasar de la barbarie del enfrentamiento al civismo del encuentro es decisivo el papel que pueden y quieren realizar los jóvenes. Que se les aseguren por ello espacios de libertad y de encuentro; y donde puedan hacerse cargo, sin miedo, del futuro que les pertenece. Que se involucre más, incluso en los procesos políticos y decisionales, también a las mujeres, las madres, que saben cómo se genera y se conserva la vida. Que haya respeto hacia ellas, porque quien comete violencia contra una mujer, la comete contra Dios, que de una mujer tomó la carne”.

Siguiendo su relato en torno al río, ha recordado que, para prevenir desbordamiento, es necesario mantener limpio su lecho. “Dejando de lado la metáfora, la limpieza que el curso de la vida social necesita es la lucha contra la corrupción. Tráficos inicuos de dinero, tramas ocultas para enriquecerse, negocios clientelares, falta de transparencia: este es el fondo contaminado de la sociedad humana, que impide que los recursos necesarios lleguen donde es más necesario”, ha subrayado.

“Los niños necesitan juguetes, no armas”

Asimismo, con el fin de que las aguas de vida no se transformen en peligros de muerte es fundamental dotar a un río de diques adecuados. En primer lugar, “debe detenerse el tráfico de armas. Aquí se necesitan muchas cosas, pero ciertamente no hay ninguna necesidad de más instrumentos de muerte. Otros diques imprescindibles son el desarrollo de adecuadas políticas sanitarias, infraestructuras vitales y la alfabetización”. Y ha continuado: “Los niños tienen derecho a crecer teniendo en sus manos cuadernos y juguetes, y no armas”.

Durante su discurso, el Papa también ha tenido un recuerdo para los migrantes y desplazados a causa de la guerra, y para los misioneros. A estos últimos ha agradecido la “hermosa” obra que realizan. Y ha pedido a las autoridades que les garanticen a ellos y otros cooperantes la necesaria seguridad”.

Francisco ha concluido su amplio discurso ofreciendo su plegaria y respaldo para que Sudán del Sur “se reconcilie y cambie de ruta; para que su curso vital no se detenga ante el aluvión de la violencia, obstaculizado por los cenagales de la corrupción ni frustrado por el desbordamiento de la pobreza”. “El Señor del cielo, que ama esta tierra, le conceda un nuevo tiempo de paz y de prosperidad. Que Dios bendiga la República de Sudán del Sur”, ha finalizado.

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