Una acción vale más que mil palabras y lo que a continuación compartiré es algo que sucedió en familia. Como algunos de ustedes saben, llevo más de treinta años compartiendo la evangelización por medio de la música y seguramente que mis hijos han visto algo en mí, tal vez como motivo de inspiración. Mi hija María Regina después de las fechas Navideñas, comenzó a limpiar y arreglar aquellos juguetes y muñecas que ha dejado de usar porque ha crecido, nueve años tiene.
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De manera que, fue acopiando bolsitas donde guardaba algún juguete y le integraba dulces de los que ha recibido, una decena de bolsitas de regalo hechas por ella. Mi esposa y yo nos percatamos de esa acción y le preguntamos ¿Cuál era la intensión de hacer aquellos obsequios? Su carita se llenó de alegría cuando comentó: -Sé que algunos niños no recibieron regalo en estas Navidades, quiero compartirles algo de lo que yo tengo-.
Imaginarán la reacción de nosotros, sus padres; alegría por este acto de amor, certeza de que la acción de compartir es algo que nuestros hijos están viendo y ahora realizando. Mi hija nos pidió llevar esas bolsas de obsequios e ir donando a quienes en la calle veamos que tienen hijos pequeños. La primera vez que vimos a una familia en situación de vulnerabilidad, mi hija identificó a la familia y ella misma le dio la bolsita que contenía juguetes y dulces.
Le brillaron sus ojitos de emoción al dar con tanto cariño algo de ella, estaba feliz de compartir lo que un día le perteneció y que ahora podría hacerle bien a alguien más. Estas acciones, aunque son muy poco para quienes tienen necesidad, estoy convencido que el cambio comienza desde los actos más sencillos, los que se hacen con amor.
Hablemos de Dios sin palabras
“El que es fiel en lo muy poco, es fiel también en lo mucho; y el que es injusto en lo muy poco, también es injusto en lo mucho. Por tanto, si no han sido fieles en el uso de las riquezas injustas, ¿quién les confiará las riquezas verdaderas?” Lucas 16, 10-13
El ejemplo es contundente para la evangelización, las mejores enseñanzas son aquellas que podemos compartir con nuestros hijos en acción, a veces tantas palabras y teorías se quedan en buenas intenciones.
La acción de mi hija me hace reflexionar que debemos tomar con más valentía la palabra: “compartir”, nuestros tiempos requieren de un enorme compromiso para los más desfavorecidos, es necesario realizar acciones que impacten positivamente la vida de nuestros hermanos y que hablemos de Dios sin palabras, en nuestra manera de involucrarnos, de dar una respuesta clara ante las innumerables necesidades que hay en el mundo.
Una acción tan llena de amor puede hacer la diferencia, algo que probablemente parezca tan poco, estoy seguro que en el corazón de quienes reciben este acto de bondad, algo sucederá, niños que percibirán este mundo menos hostil y donde en la mirada de una pequeña ellos tienen visibilidad. Agradezco a mi hija por darme esta lección y por hacer vivo el evangelio en estos tiempos donde se ignora la presencia de los que menos tienen.