La vacuidad de los planes de muchas empresas de los que hablábamos la semana pasada, detrás de los que solamente existe un afán de incrementar los beneficios para sus propietarios, tiene una fachada que intenta llenar este vacío con unas frases que parecen dar una misión casi divina a las empresas que las practican. Estas ideas se centran en lo que se ha denominado misión y visión de la empresa. Las dos aparecen en la estrategia de la empresa y nos ayudan a darle unas motivaciones que vayan más allá de la simple generación de beneficios.
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Normalmente se interpreta que la misión describe el motivo por el que existe esa empresa y cuál es su razón de ser. Es decir, por qué es necesario que exista esa empresa. Normalmente se suele concretar en una o varias frases que explican por qué el mundo mejora gracias a la empresa. La misión se suele complementar con lo que se denomina la visión de la empresa, es decir, qué quiere esta ser en el futuro, la dirección hacia la que se pone en marcha.
Se trata de un objetivo que pretende ser ambicioso y realista al mismo tiempo. Lo primero para que motive y lo segundo para que se vea que se puede conseguir. Es lo que en la empresa de la que hablamos la semana pasada se concretaba en ser excelentes, los mejores y en ser más grandes. La visión empuja hacia adelante, determina la dirección en la que hay que dirigirse.
Y tanto lo que la empresa es (misión), como lo que quiere ser (visión) se articulan a través de unas creencias, de unos principios que son los que guían la actividad empresarial y que se denominan valores de la empresa. Estos orientan las maneras de actuar y de comportarse de las personas que trabajan en la empresa y les ayudan a ver con claridad cómo orientar aquello que hacen en ellas.
Conversos
Las empresas buscan, pues, un motivo trascendente para justificar su actuación. Se ven como una institución positiva para la sociedad y articulan un discurso que les dice que tienen un cometido especial que cumplir. La compañía se ve a sí misma como una especie de “elegida” para realizar unas acciones beneficiosas para la población y precisa de participantes que crean en esa labor importante que es la suya. Necesitan trabajadores que sean verdaderos “conversos” que se pongan en marcha en hacer realidad una visión que les va a llevar más allá y que les va a hacer importantes en la sociedad.
Se trasciende así el verdadero objetivo de muchas de esas compañías que es, simple y llanamente, el incremento y la maximización de beneficios. Esta idea tan prosaica y pragmática, queda envuelta en un halo de santidad, de grandes ideales, de valentía y responsabilidad social que justifica cualquier esfuerzo. No se piden sacrificios a los trabajadores por el aumento de los beneficios, se le piden para lograr hacer realidad esa misión superior que tiene esa empresa.