El Vaticano ha presentado este viernes el mensaje del papa Francisco para la Cuaresma 2023 en una rueda de prensa en la que han participado el cardenal Michael Czerny, prefecto del Dicasterio para el Servicio del Desarrollo Humano Integral; Walter Magnoni, jefe de la comunidad pastoral de Nuestra Señora de Lourdes en Lecco; y Sandra Sarti, presidenta de Ayuda a la Iglesia Necesitada Italia.
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“Rara vez conectamos la Cuaresma y la belleza, pero eso es lo que el papa Francisco nos invita a hacer en el mensaje que presentamos hoy”, ha asegurado Czerny. Asimismo, ha subrayado que el mensaje, titulado ‘Ascesis cuaresmal, un camino sinodal’, presenta “dos desafíos al sentido común”: el primero, “que la belleza nace del cambio, o más bien del esfuerzo de repensarse, en lenguaje bíblico, de la conversión”; el segundo, “que la belleza es una experiencia colectiva, íntima sí, pero no privada. En lenguaje eclesial, que sea una experiencia sinodal”.
“Así, cuando en Cuaresma trabajamos sobre nosotros mismos -experimentando una ascesis- deseamos que aumente la luz, que aumente la alegría. Esperamos la luz del cambio y la alegría colectiva”, ha apostillado el purpurado.
“Estamos angustiados por hechos dramáticos”, ha continuado. “La situación que siguió a la pandemia aún es incierta. La guerra en Ucrania no parece haber terminado y es solo una entre docenas de otras, quizás entre todas la que más claramente revela cuánto está expuesto el mundo entero al peligro de destrucción”. Además, “el devastador terremoto de Turquía y Siria nos recuerda las numerosas catástrofes naturales de una creación que parece gritar, que gime y sufre. Una idea primitiva de la divinidad sugeriría recurrir a sacrificios y penitencias para apaciguar las fuerzas que nos dañan. Esta no es la Cuaresma de los cristianos, que más bien confiesan a Cristo como luz del mundo y se orientan hacia él”.
Respuesta a un mundo roto
Por ello, en el mensaje de este año, Francisco “aborda estas consideraciones recurriendo a lo que san Ignacio llamó la ‘composición de lugar’, es decir, el ejercicio de la imaginación que hace que nos identifiquemos con la situación descrita”.
“Por supuesto, esto nos lleva a pensar en las dificultades de todos aquellos que sufren y viven sus vidas como una escalada demasiado empinada”, ha asegurado Czerny. “Y podríamos preguntarnos si no es nuestra indiferencia lo que hace que su viaje sea más difícil. La Iglesia quiere ayudar a quitar los obstáculos y las cargas que impiden el desarrollo humano, la vida en abundancia”.
“Otro tema de este año, al que se refiere explícitamente el Papa Francisco, es el esfuerzo de ser Iglesia sinodal. O más bien, el esfuerzo de convertirse en uno: es como una larga subida”, ha concluido. “Por tanto, debemos comprender que el cambio de mentalidad -la conversión- y el carácter comunitario de la vida humana son labores bienaventuradas, de las que depende ‘algo maravilloso y sorprendente’ para este mundo roto”.