Las Cáritas diocesanas de Valladolid, Burgos y Salamanca han creado el primer Museo Sin Hogar del mundo. Juntas iniciaron un proyecto muy singular: dar cuerpo y lugar a estructuras de exclusión que pasan desapercibidas y muchos tratan de borrar de la piel de la ciudad. Burgos incluso lo ha instalado en el corazón de la ciudad, su catedral. Bajo el lema ‘Esperanza sin cobertura’, este museo itinerante integra la labor persistente y profunda de varios centros, como el salmantino Padre Damián de las Hermanas del Sagrado Corazón, Lesmes, Vicente Paúl o el Centro de Día de Valladolid.
El Museo lo han creado participativamente 50 víctimas del sinhogarismo y está formado por 21 piezas e instalaciones en seis salas, todas ellas fabricadas por ellos mismos. Son también las personas sin hogar quienes llevan a cabo la mediación para hacernos sentir y pensar el drama.
Nos encontramos, por ejemplo, con una instalación en la que se experimenta cómo suele ser la llegada a muchos albergues, sus sentimientos y estereotipos, las literas; también se puede contemplar y experimentar un cubículo callejero hecho de cartones por las propias personas sin hogar. Destaca, asimismo, un banco callejero donde tantas veces se pasa día y noche, y que en esta ocasión ha sido pintado con imágenes del Guernica para expresar el dolor y la injusticia social.
Más humanos
La memoria histórica no viene solamente a hacer justicia a las víctimas de las guerras civiles, sino que también debe recuperar la memoria de las guerras sociales de la exclusión y el abandono social. El Museo Sin Hogar debería ser una práctica que recorriera todo nuestro país y sus instituciones. Iniciativas como esta no solo nos revinculan a los más pobres, sino que nos hacen más humanos a todos con todos.
