Editorial

Papa Francisco: una década de (r)evolución

Compartir

Francisco cumple diez años de pontificado. Algunos imaginaron un pontificado de transición, puesto que Jorge Mario Bergoglio llegó a la sede de Pedro con 75 años. Sin embargo, este tiempo se han dado no pocos cambios en el seno de la Iglesia: en el engranaje vaticano, la economía, la lucha contra los abusos… Pero, sobre todo, el primer pontífice de Latinoamérica ha desinstalado a la Iglesia de las inercias en las que parecía atrapada con un cierto estancamiento, cuando no atragantamiento, respecto al Concilio Vaticano II. Y es que, las medidas adoptadas hasta ahora no son fruto de las ocurrencias de jesuita porteño, sino que brotan del ‘aggiornamento’ que apuntaló Pablo VI.



Por eso, más que una ‘revolución’, por la connotación intrínseca de violencia que puede llevar consigo esta expresión, esta década ha propiciado una ‘evolución’ desde ese planteamiento bergogliano de abrir procesos, sin prisa pero sin pausa, que sean irreversibles. Sin acelerones: quienes esperaban un volantazo copernicano en materia doctrinal, en números específicos del Catecismo, quizá se han podido sentir defraudados. Sin frenazos: se han visto sumamente incomodados aquellos que se mantienen en un tradicionalismo inmovilista, cuando no involucionista.

Francisco no representa ni lo uno ni lo otro. Él mismo lo ha explicado en innumerables ocasiones, sin necesidad de traductores, cuando ha compartido sus sueños sobre una Iglesia en salida, pobre para los pobres, discípula y misionera, hospital de campaña… Esta apuesta se traduce ahora en la sinodalidad, en ese caminar juntos, abiertos a la escucha atenta del Espíritu, en una comunidad poliédrica y horizontal que sepa rescatar la esencia de aquellos primeros hombres y mujeres que acompañaron a Jesús hasta la cruz, pero que continuaron adelante sin miedo como apóstoles de la Resurrección.

Papa Francisco Angelus Saludo

Precisamente esa apuesta por la participación, la comunión y la misión es la que le ha provocado no pocos disgustos por parte de quienes se resisten aún hoy a desinstalarse de una nostalgia caduca por lo accesorio, mientras olvidan la primacía de la misericordia de Dios. Es tiempo de abonar el terreno de la escucha y el diálogo con el discernimiento y la conciencia como ejes.

Esta puesta a punto se ha apuntalado con una riqueza magisterial que tuvo en ‘Evangelii gaudium’ su primera hoja de ruta, a la que han dado continuidad ‘Fratelli tutti’ y la originalidad de ‘Laudato si’’, situando la ecología integral como una prioridad católica y enraizando la actual emergencia climática en los primeros versículos de la Biblia.

Autoridad social global

Esta escucha atenta a los signos de los tiempos le ha llevado a recuperar para el papado una autoridad social global ganada a pulso. Su constante grito en favor de los pobres y descartados, con una insistencia incansable en defensa de los migrantes y refugiados, así como su impronta personal en materia diplomática para propiciar la paz –lo mismo en Ucrania que en Sudán del Sur–, han situado a este Papa en el epicentro de la agenda política humanista.

Lejos de vivir una etapa final o de desgaste –como atestigua el respaldo de los españoles encuestados por Vida Nueva–, es ahora cuando empiezan a cuajar algunas reformas, mientras otras se hacen hueco. En estos días, por ejemplo, trascendía su decisión de cobrar el alquiler a todos los altos cargos de la Curia, en su empeño permanente de sanear las maltrechas cuentas de la Santa Sede, dentro de un plan de transparencia que está llegando hasta el último rincón de la Curia.

Estos apuntes son tan solo unos esbozos que hablan de la proactividad de aquel hombre que se presentó el 13 de marzo de 2013 en el balcón central de la Plaza de San Pedro como aquel al que fueron a buscar “casi al fin del mundo”. El gesto de inclinarse, para recibir la bendición de Dios y la bendición de quienes allí se encontraban, sabía a profecía de alguien que ya anunciaba entonces “un camino de fraternidad, de amor, de confianza entre nosotros”.  Aquel Papa del Pueblo de Dios cumple hoy diez años de (r)evolución.

Lea más: