Llevo un tiempo realizando cursos a profesores para que enseñen a sus alumnos a dialogar. Una de las dinámicas que se incluyen en ellos es la de realizar varias conversaciones de temas que sean polémicos para el claustro de profesores. Son ellos mismos quienes los eligen y uno de los que escogen más a menudo es el de las redes sociales. Las opiniones son encontradas cuando se habla de este tema y frente a quienes ven su lado positivo, existe una gran preocupación por los peligros que puede suponer su uso para los niños y jóvenes.
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Entre algunas de las cuestiones que se resaltan en estas conversaciones es el poder que tiene para convertir a nuestros jóvenes en adictos a las pantallas, la incapacidad que esto genera para relacionarse con los otros de una manera directa, la dificultad para socializarse, la difusión de noticias falsas y de vídeos que se realizan para poner en ridículo a algún alumno y que pronto corren por todos los chavales del centro educativo creando frustración y problemas personales, etc.
Los docentes piensan que, aunque sea difícil, hay que limitar el tiempo que pasan delante de la pantalla, hay que enseñar a realizar un uso razonable de las redes sociales, hay que dar el móvil a los chavales cuando ya tienen una edad razonable, etc. Todas las propuestas van en la línea de que no tengan que utilizar el móvil para todo, que aprendan a socializarse y a vivir sin tenerlo entre las manos y frente a sus cejas todo el día.
Sin embargo, muchos padres que hemos intentado seguir estas recomendaciones con nuestros hijos y, en especial, la de que no tengan móvil hasta una edad avanzada, nos hemos encontrado con que ha sido, precisamente, el colegio el que ha puesto una tableta en sus manos desde temprana edad. Es decir, nuestros esfuerzos para lograr enseñar correctamente el uso de los dispositivos móviles se han ido al traste porque la escuela ha sido quien se lo ha puesto en sus manos. Los niños se ven forzados a estudiar con ese dispositivo en casa y como los padres no podemos estar permanentemente encima nuestros vástagos no podemos controlar constantemente si en lugar de hacer sus deberes están entrando en internet o charlando vía telemática con sus amigos…
No es mejor aprendizaje
Podemos preguntarnos legítimamente si el aprendizaje de nuestros alumnos se logra mejor con un dispositivo móvil que con un libro, una libreta y un lapicero. Mi experiencia personal es que no es mejor. Como mínimo da igual, pero en ningún caso aquellos de mis hijos que han estudiado con tableta han aprendido más por ello que quienes lo han hecho con libros. Pensar que una herramienta, por ser más moderna, va a hacer que se aprenda más y mejor, es confiar mucho en la técnica y poco en los profesores. Yo mismo soy profesor de universidad y los nuevos medios, por si mismos, no hacen que mis alumnos aprendan más o mejor. Seguiré la semana próxima con este tema…