El decano del Tribunal de la Rota Romana, ordenado arzobispo por Parolin en la catedral de Toledo

Alejando Arellano Cedillo ha recibido la consagración episcopal reiterando que un “servicio pastoral es a toda la Iglesia, a todos los cristianos que la conforman; aún más: a cada ser humano llamado por Dios a la felicidad plena”

El decano del Tribunal de la Rota Romana, ordenado arzobispo por Parolin en la catedral de Toledo

La Catedral Primada de Toledo ha acogido esta mañana la Ordenación episcopal del sacerdote toledano Alejando Arellano Cedillo, decano del Tribunal de la Rota Romana –cargo que lleva aparejada la dignidad arzobispal, en este caso arzobispo titular de Bisuldino–. Una celebración presidida por Secretario de Estado vaticano, el cardenal Pietro Parolin, en la que han concelebrado cuatro cardenales y veinte obispos –como obispo consagrantes, junto a Parolin, han estado el arzobispo de Toledo, Francisco Cerro Chaves, y el cardenal Mario Grech, secretario general del Sínodo de Obispos–, algunos de ellos llegados desde Roma y de otros lugares de Europa y América. Arellano, perteneciente a la Confraternidad Sacerdotal de Operarios del Reino de Cristo, es desde 2021 decano del Tribunal Apostólico de la Rota Romana y presidente del Tribunal de la Corte de Apelación del Vaticano.



Unidad y servicio

“María ha colaborado de un modo muy especial en nuestra salvación y por ello se ha con- vertido en Madre de la Iglesia, que a su vez ha sido instituida para dar a conocer, mediante la difusión del Evangelio, el misterio de la Santísima Trinidad, y para hacer llegar la misericordia de Dios hasta los extremos confines de la tierra”, ha destacado en su homilía Parolin haciendo referencia a la fiesta del día, la Anunciación del Señor. “Los obispos, sucesores de los apóstoles, están llamados al servicio de la unidad y la solidaridad en la Iglesia y entre las Iglesias”, destacó. “Su ministerio, por tanto, es de unidad y de servicio, más aún, es entregarse al servicio de la unidad, y del mismo modo al servicio de la verdad y de la paz, porque, sirviendo al Evangelio y habiendo sido constituidos moderadores de la vida eclesial, perfeccionan y armonizan los carismas presentes en la comunidad, promueven su crecimiento y disponen su vida, favoreciendo la alegría y la paz”, añadió.

El cardenal recordó que el obispo debe tener “un profundo amor a Cristo y a la Iglesia, que se acrecienta con la oración constante y se extiende a cada persona confiada a sus cuidados, en particular a los últimos, a todos aquellos que, a causa de las distintas formas de pobreza material, espiritual y moral, tienen más necesidad de esta oración, ayuda y protección”. Y es que, añadió, la autoridad episcopal “se ejercita en la Iglesia recordando que es un servicio y no un dominio, y que en la conducta del obispo se debe traslucir la vida nueva que trae el Evangelio”. “Los requisitos indispensables para ejercer la tarea que te ha sido encomendada son por tanto un corazón iluminado y movido por el amor, una oración confiada y constante y un abandono humilde en el Señor”, reiteró.

Parolin destacó la formación del nuevo arzobispo y su lema episcopal ‘Lex Christi’, ya que “la ley de Cristo, efectivamente, confirma la justicia sin dejar de lado la misericordia y sólo puede ser interpretada teniendo siempre presente el bien y la salvación de las almas”. “Tu cualificado servicio de Decano del Tribunal de laRota Romana, lejos de agotarse en una aplicación de las normas impersonal y distante, se inserta plenamente en este canal de ayuda multiforme y recíproca y revela, también en la aplicación escrupulosa del derecho, la preocupación y la voluntad del Pastor, que mira siempre a la oveja que debe salvar y a la grey que debe edificar”, alabó el Secretario de Estado que encomendó al nuevo obispo a san Ildefonso de Toledo, santa Teresa de Ávila, san Raimundo de Peñafort y Santiago Apóstol.

Una respuesta vocacional continua

Al final de la eucaristía, el nuevo arzobispo ratificó que asume esta gracia como parte del “servicio de todos en la Iglesia”. “Si me preguntasen qué da sentido a mi vida, no dudaría en decir: vivirla como respuesta a la vocación a la que Dios me ha llamado. Nadie nos conoce y ama como Él, que nos ha creado”, destacó. “Hoy me encuentro en esta Catedral primada con la serenidad, la humildad y la madurez que dan los años, consciente de mis límites, pero con la confianza incondicional en la fidelidad de Dios”, confesó al repasar su camino vocacional.

“Soy obispo titular al servicio del Sucesor de Pedro en la Curia Romana, y esto me abre a la universalidad de la Iglesia. No tengo una porción concreta de fieles donde sea Pastor, no soy arzobispo de una Iglesia particular. Creo que esta realidad me exige dilatar los espacios del alma, ampliar horizontes. Mi servicio pastoral es a toda la Iglesia, a todos los cristianos que la conforman; aún más: a cada ser humano llamado por Dios a la felicidad plena”, confesó Arellano antes de cerrar su alocución con el capítulo de agradecimientos.

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