Haití ya es “un país en situación de guerra”

  • La misionera Curín García Calvo denuncia que “el 70% de la capital está en manos de las bandas”
  • En apenas dos semanas, “Puerto Príncipe registra al menos 208 muertos y más de 150 heridos”

Haití ya es “un país en situación de guerra”

La espiral de la violencia en Haití, que lleva ya muchos años alimentándose desde la exclusión, la incapacidad de un Estado sin recursos y la implosión de las bandas, que se enfrentan cruelmente para asegurar respectivamente sus parcelas de dominio, ha llegado a un punto de aparente no retorno.



Así lo lamenta la misionera española Curín García Calvo, religiosa de Jesús-María que se encuentra junto a su comunidad en Jean Rabel, al noroeste del país caribeño. Desde ahí, describe un panorama casi apocalíptico: “La situación en Haití se agrava por momentos. Podemos hablar de un país que está en situación de guerra. El 70% del territorio de la capital está en manos de las bandas. En tan solo dos semanas, Puerto Príncipe registra al menos 208 muertos y más de 150 heridos por la violencia de pandillas. Secuestros, robos, asesinatos y violencias de todo tipo son cada día más frecuentes y cruentos. La moneda se ha devaluado más de un 30% en menos de un año. Las principales rutas terrestres están controladas por las bandas. Y todo esto en una rueda de muerte y violencia que conduce a mayor pobreza y miseria que recae sobre inocentes que luchan y pelean la vida”.

¡Quitad a losa!

De ahí que la religiosa acuda al Evangelio en búsqueda de esperanza: “¡Quitad a losa! Esto, que lo dijo Jesús para que su buen amigo Lázaro pudiera salir de la tumba resucitado, es lo que se nos ha propuesto a todos los cristianos en el último domingo de Cuaresma. Y este mensaje, escuchado en tierras haitianas en este momento preciso de la historia, cobra una densidad radical. ¡Quitad la losa! ¿Quiénes? Los que desde dentro y desde fuera del país estáis machacando a este pueblo por intereses egoístas y codiciosos que mueven vuestras vidas”.

Desde Jean Rabel, “somos testigos de la vida de esas personas inocentes que, con todas sus fuerzas, siguen haciendo esfuerzos infinitos por quitar la losa que permanentemente recae sobre ellas en forma de hambre, sed, enfermedad y falta de derechos básicos”. De ahí que su llamada a la acción sea enérgica: “No podemos mirar hacia otro lado. ¡Las vidas de las personas haitianas importan! Pero, al observar el tablero internacional, ¡realmente no lo parece! Desde Haití lanzamos un grito desesperado para que la violencia cese. Las armas que siguen entrando en el país cada semana provienen de otros países que se benefician de la muerte de este pueblo. Lo que ocurre en Haití y en tantos otros países afecta a toda la humanidad”.

Una Cuaresma demasiado dura

En clave de fe, García Calvo reconoce que, “en este camino hacia la Pascua, no podemos más que afirmar que la Cuaresma de Haití es demasiado dura y pesada. Trabajemos conjuntamente desde dentro del país y desde fuera para poner fin a este calvario. ¡Quitemos la losa! ¡Comprometámonos con las víctimas de esta guerra! No permitamos que la muerte continúe ganando batallas. Lo que está claro es que la resurrección de Haití no va a caer del cielo, aunque, ciertamente, desde este contexto y ante la pasividad internacional, solo nos queda denunciar y rezar”.

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