“Los diputados del Consejo Regional de Rivne de forma unánime han prohibido las actividades de la Iglesia Ortodoxa Ucraniana del Patriarcado de Moscú en el territorio de la región de Rivne”. Así de rotundo se muestran los responsables políticos de esta provincia del sur de ucrania en un comunicado en que informan de su decisión de que esta iglesia vinculada al Patriarcado de Moscú tenga que abandonar las propiedades municipales que ocupa hasta ahora.
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Hacia una Iglesia nacional
Y es que el consejo legislativo de la provincia votó hoy por unanimidad este 10 de abril a favor de prohibir la actividad de la Iglesia ortodoxa ucraniana, vinculada históricamente al Patriarcado de Moscú, según recoge la agencia Efe. Una decisión que va en la línea de la tomada el pasado mes de mayo cuando una serie de comunidades ortodoxas rompieron el pasado mes de mayo con su Iglesia madre, la presidida por el patriarca Kirill de Moscú, por el apoyo de ésta a la invasión de Ucrania.
Ruptura que se ha hecho más visible en las zonas de menor presencia rusa, como sucede en el oeste en ciudades como Leópolis donde la tradición bizantina que se ha seguido es más independiente de Moscú. Además, por su parte el Gobierno ucraniano y sus órganos de seguridad han acusado frecuentemente a la jerarquía de esta Iglesia de seguir promoviendo propaganda del país agresor en Ucrania, llegando incluso a expulsar a presbíteros que no han querido vincularse a la Iglesia nacional ucraniana autocéfala resurgida en 2018. Incluso, algunos de los clérigos detenidos están en Rusia tras haber sido intercambiados por prisioneros de guerra ucranianos. Mientras Moscú habla en términos de persecución religiosa en Ucrania contras la más numerosa de las Iglesias ortodoxas orientales.