Hacia el año 33 de nuestra era, el cosmos fue testigo de un acontecimiento sin igual: la consumación de una alianza cumplida entre el Dios bíblico revelado y la humanidad, entre el cielo y la tierra, entre lo divino y lo humano. Alianza nueva en el tiempo para ser rubricada, de una vez para siempre, día a día, por los siglos y en la eternidad, tal como nos describe la carta a los Hebreos (capítulos 8 al 12). Fue ¡el auténtico ‘big bang’ de una nueva Creación; Alfa y Omega del Amén definitivo de Dios al mundo (Ap 1, 18; 3, 14; 22, 20)!…
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Ello fue posible cuando se consumó la donación incondicional del Mesías divino prometido, esperado, enviado y entregado: Emmanuel-Cristo-Jesús; en obediencia al Padre y ofrenda a la humanidad, en ese ‘rebajar-se’ e ‘implicar-se’ de Dios con su criatura, cumpliéndose así lo que estaba profetizado desde antiguo en las Sagradas Escrituras. El Hijo de Dios y primogénito de toda criatura había muerto sacrificado, entregando su vida en amor extremo en el patíbulo de la cruz, en Jerusalén, “que matas a los profetas y apedreas a los que te son enviados” (Lc 13, 34); como Cordero y Siervo divino (Is 52, 13 a 53, 12); para destruir de una vez por todas la autosuficiencia y arrogancia del pecado del mundo, siendo resucitado en victoria y gloria pascual por la salvación de todos: para que nadie se perdiera, de tal manera que Dios pudiera consumar dentro de la historia, felizmente, su plan en la plenitud de los tiempos. Así, por el camino de la cruz, ‘multiverso’ del amor loco de Dios, se alcanzará felizmente la meta y triunfo pascual de la Luz sin ocaso, vencedora definitiva del Misterio de la iniquidad y poder de las tinieblas.
Humanidad divinizada
Todos los jubileos de gracia y misericordia, que en la Revelación se habían ofrecido al pueblo elegido y a la humanidad desde el “Dios-con-nosotros-para-nuestra-salvación”, se habían consumado ya (Lc 4, 16-22). Dios no hubiera sido feliz si no hubiese hecho felices a sus criaturas favoritas: las personas humanas, por las cuales había apostado siempre todo para que nadie se perdiera en lo que Él más amaba: su propio Hijo; para ser y hacer familia con ellos, para que tuvieran vida y en abundancia (Jn 10, 10); en libertad y amor, filial y fraterno: humanidad divinizada… Eso sí, manifestando que el misterio de la sabiduría divina hubo de ser ofrecido y asumido a través del “escándalo, locura y necedad humana de la cruz” (1 Cor 1, 18-23), que pasó a ser fuente de gracia y fuerza divina pascual para derrotar a los enemigos y al aguijón de la muerte (1 Cor 15, 55-57).
Pues bien, el instrumento de la redención –la cruz– pasó a ser símbolo que preside cada día la fe creyente profesada en Cristo: la del Evangelio del Reino y de las Bienaventuranzas; su Camino, Verdad y Vida, en la que el amor –acrisolado en las pruebas– tendría la última y definitiva palabra en forma de victoria pascual de la vida sobre el misterio de las tinieblas del mal y la muerte… Como dice el verso del himno que se entona al pasar por la puerta del Perdón jubilar, abierta en el Año Santo Lebaniego: “¡Y vino por el madero la alegría al mundo entero…!”. Aquí el Señor nos ofrece alcanzar y celebrar agradecidos sus maravillas.
‘Lignum Crucis’
Cada año santo, que celebra la ofrenda redentora de la misericordia divina a través del acontecimiento de la apertura de la puerta del Perdón jubilar en el monasterio-santuario que custodia la preciada reliquia del ‘Lignum Crucis’ –y que canta aquello de que “por misteriosos caminos llegó a Liébana el Tesoro”–, tiene un lema. Este se toma de la Sagrada Escritura o de la liturgia, para animar y testificar la fe, y es seleccionado e iluminado por la Diócesis de Santander… El lema para el jubileo de este Año Santo Lebaniego 2023-2024, es el que da título a estas páginas: ‘Marcados por la Cruz del Señor’ (Gál 6, 14-17). Así, en Él (Ungido y Amén de Dios), hemos sido marcados con su sello (1 Cor 1, 21-22), para vivirlo en la existencia con su gracia como “yugo suave y carga ligera” (Mt 11, 28).
Tras la llegada del emperador Constantino al trono imperial, el Edicto de Milán (febrero del año 313) establecerá la tolerancia y libertad para la profesión y seguimiento de la fe en los diversos cultos. Asimismo, el propio emperador, hijo de Constancio y la conversa Elena –de santa vida–, convocará en el año 325, en Nicea de Bitinia, el primer Concilio Ecuménico de la Iglesia, en tiempos del papa san Silvestre I. En él se elaboraría el primer Credo con las verdades fundantes que profesa la fe católica.
El cronista de la época, Eusebio de Cesarea, describe la exhumación de los restos de la Pasión del Señor bajo los lugares del Calvario y la antigua cisterna del Santo Sepulcro (3 de mayo del 326), por parte de santa Elena, y los milagros que allí se fueron sucediendo en el discernimiento de las preciadas reliquias, entre las que sobresalía el símbolo cristiano por excelencia: el leño del patíbulo de la santísima Cruz redentora, distinguida de las de los otros crucificados junto a ella por las maravillas obradas.
Tres porciones
Elena mandó dividir el glorioso y milagroso madero (brazo horizontal de la cruz), en tres porciones: una fue llevada a Roma para ser ofrendada al romano pontífice Urbano I; otra fue trasladada a Bizancio (Constantinopla) y entregada al patriarca; y la tercera –que constituía la mitad del volumen total– se encargó que fuera recubierta de plata en una gran ‘encolpia’ y se dejara en el lugar santo de su hallazgo (basílicas del Santo Sepulcro y del Calvario), para perenne recuerdo y veneración.
Todos estos acontecimientos causaron gran fascinación en Jerusalén y los lugares santos de la vida de Cristo, atracción que se extendió por Hispania, en particular, por el noroeste galaico. Los peregrinos que se dieron cita fueron numerosos y famosos: entre ellos, sobresalía la noble dama Egeria, ‘beatissima sanctimonialis’, una patricia del tardo Imperio romano de vida ejemplar, que nos dejó un precioso relato autobiográfico de su viaje o ‘Itinerarium’, entre los años 381 y 384, cuyo testimonio serviría de impulso y animación a los peregrinos a los Santos Lugares (‘palmeros’) posteriores de todos los siglos. (…)
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Índice del Pliego
1. ‘BIG BANG’ DEL AMOR INCONDICIONAL Y SIN MEDIDA DE DIOS Y ‘MULTIVERSO’ DE SU MISERICORDIA
2. LA RELIQUIA DEL SANTO LEÑO DE LA CRUZ DE CRISTO: HALLAZGO Y RECONOCIMIENTO
3. LAS PEREGRINACIONES A LOS SANTOS LUGARES DE PALESTINA DESDE HISPANIA
4. UBICACIÓN Y DESARROLLO DEL MONASTERIO-SANTUARIO LEBANIEGO DE SANTO TORIBIO
5. LA RELIQUIA-RELICARIO (ESTAUROTECA) Y COFRADÍA DEL ‘LIGNUM CRUCIS’ DE LIÉBANA
6. EL MILENARIO CAMINO DE PEREGRINACIÓN DE ACCESO AL MONASTERIO-SANTUARIO ‘CRUCENO’
- La ruta castellana
- La ruta leonesa
- La ruta asturiana
- El camino desde la costa
7. LA CELEBRACIÓN INMEMORIAL DE LOS AÑOS SANTOS, CON SU RECONOCIDO JUBILEO UNIVERSAL
8. LUGAR Y RESIDENCIA DONDE SE HALLABA EL ‘SCRIPTORIUM’ DEL CENOBIO DE BEATO
9. LA ACTUALIDAD DE ESTE LEGADO EN EL AÑO SANTO 2023-2024