La columnata izquierda de la Plaza de San Pedro acoge desde hoy y hasta el 29 de mayo la exposición ‘Grito de mujeres’, una iniciativa respaldada por la Santa Sede, en tanto que nace de la mano del Observatorio Mundial de las Mujeres en colaboración con el Dicasterio para la Comunicación. Ocho fotógrafos de diferentes partes del mundo que, con veintiséis imágenes, retratan la realidad doliente femenina en todos los rincones del planeta.
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Para Paolo Ruffini, prefecto del Dicasterio para la Comunicación, “el suyo es un grito silencioso que perfora la apatía. Eso captura el sufrimiento y lo hace gritar. Eso revela belleza. Y lo hace renacer”. Ruffini considera que las fotografías expuestas “tienen la fuerza, el poder de obligarnos a parar, a ver. Para sorprendernos y para darnos un dinamismo. No son estáticos. No congelan el instante”. “Nos cuestionan. No ofrecen respuestas. Pero nos confrontan con nuestra ceguera. Destrozan la armadura de hipocresía que nos rodea”, expuso en una intervención en la que evocó la encíclica ‘Fratelli Tutti’ de Francisco.
Predilección de Jesús
El prefecto compartió estas reflexiones en la presentación de la muestra en la que también tomaron la palabra Maria Lia Zervino, presidenta general de la Unión Mundial de Organizaciones Femeninas Católicas, así como y Lia Giovanazzi Beltrami, directora, productora, directora de arte, creadora y comisaria de la exposición fotográfica.
“Tal vez podría decirse que Jesús tenía cierta predilección por las mujeres”, dejó caer en su intervención Zervino, que lanzó una pregunta a continuación: “¿Cómo es posible que tantas mujeres en el mundo de hoy experimenten que la Iglesia no las ama, no esté de su lado como lo hizo Jesús?”. A partir de ahí, la presidenta de esta plataforma femenina reivindicó la necesidad de “generar en cada una de nosotras una sinergia transformadora, que tenga como horizonte la fraternidad humana”.
Por su parte, la comisaria de la muestra explicó que las imágenes retratan a mujeres que van desde el Amazonas a Bangladesh, de Turquía a Togo, de Grecia a la frontera con Ucrania. “Cada toma cuenta un drama, pero lleva una profunda esperanza dentro”, comentó Giovanazzi Beltrami, desde el convencimiento de que el arte se vuelve aún más hermoso cuando crea un impacto social, cuando las emociones generan cambios”.