Un templo, la antigua abadía londinense de Westminster, acogerá el próximo sábado, 6 de mayo, el acontecimiento del año en el Reino Unido: la coronación del rey Carlos III. Un evento que también es de importancia para los católicos. Tanto es así que el monarca mantiene el título otorgado en 1521 por el papa León X de “defensor de la fe” al que se une el de gobernador supremo de la Iglesia de Inglaterra. Y es que en la celebración se reafirmará precisamente este papel del nuevo monarca como autoridad protestante.
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Presencia católica
En la celebración, no obstante, hay guiños interconfesionales como ya ocurrió en el funeral de Isabel II. De hecho, nuevamente el cardenal Vincent Nichols, arzobispo católico de Westminster y primado (católico) de Reino Unido y Gales, participará en una bendición junto a otros líderes protestantes y ortodoxos –algo inédito en una coronación desde la de Enrique VIII–. En la abadía también estarán los obispos católicos de Gales, Escocia e Irlanda del Norte y como representantes del Vaticano acudirán el secretario de estado, el cardenal Pietro Parolin, y el recién nombrado nuncio apostólico en Gran Bretaña, el arzobispo español Miguel Maury Buendía. Más allá de la intervención de Nichols no hay prevista la intervención de ninguno de los demás prelados en las más de 50 momentos repartidos entre diferentes personalidades.
Ademñas, el papa Francisco ha enviado una reliquia de la Cruz de Cristo para que sea portada con la Cruz de Gales de la procesión de coronación. Por su parte, el patriarca ortodoxo griego Teófilo III de Jerusalén consagró el pasado 4 de marzo en la iglesia del Santo Sepulcro de Jerusalén el óleo para ungir a la monarca y a la reina. Además, los obispos celebrarán misas especiales, se sumarán al triduo de oración del 3 al 5 de mayo y han alentado la participación en una jornada nacional de voluntariado y obras de caridad fijada para el 8 de mayo.
Como es habitual en estas ceremonias de estado, una de las lecturas las realizará el primer ministro británico, Rishi Sunak, hindú practicante, y en otro momento, en la presentación de las regalías –los símbolos de la monarquía como las coronas, el orbe o el cetro– se han incluido representantes musulmanes, judíos, sijs e hindúes. Si bien, el papel predominante le corresponde el arzobispo anglicano de Canterbury, Justin Welby, y otros prelados anglicanos como el propio deán de la abadía. Se mantiene así el esquema clásico y sin pocas sorpresas a pesar de que en algunas declaraciones el propio Carlos III había resaltado de forma más fuerte el carácter interconfesional y plural de la solemne celebración.
El rito
Yendo al detalle de la celebración las confesiones religiosas estarán presentes desde el primer momento ya que se ha establecido que la liturgia propiamente dicha comience con una procesión con los líderes de las comunidades no cristianas a las que seguirán los representantes de las iglesias cristianas antes de las banderas de los reinos. Tras la entrada de los reyes, un joven del coro dará la bienvenida a Carlos III “en nombre del Reu de Reyes”, una bienvenida que recibirá respondiendo con una cita del evangelio: “No he venido a ser servido, sino a servir”. Tras un momento de oración en silencio el arzobispo Welby conduce los ritos iniciales que incluyen un saludo pascual y una monición sobre lo que significa la coronación.
Tras el canto del Kyrie, Welby presente al rey Carlos a la asamblea, es el rito del Reconocimiento. Diferentes representantes de la aristocracia se suman a este momento que se cierra con la presentación de la Biblia por parte del moderador de la asamblea general de la Iglesia de Escocia, que goza de una fuerte autonomía. Él presentará la Palabra de Dios como “lo más valioso del mundo” para los príncipes cristianos. Sobre esa Biblia se procede al juramento que incluye el mantenimiento de la Iglesia de Inglaterra, aunque se incluye la libertad de culto. El Rey jurará actual con justicia y misericordia, así como mantener con todas sus fuerzas “las leyes de Dios y la verdadera profesión del Evangelio” y “la Religión Protestante Reformada establecida por ley” preservando “inviolablemente el asentamiento de la Iglesia de Inglaterra, y su doctrina, culto, disciplina y gobierno”, defendiendo para ello a “los Obispos y el Clero de Inglaterra, y para las Iglesias allí encomendadas a su cargo, todos los derechos y privilegios que por ley les corresponden o les corresponderán a ellos o a cualquiera de ellos”.
“En la presencia de Dios, profeso, testifico y declaro que soy un fiel protestante, y que, de acuerdo con la verdadera intención de las promulgaciones que aseguran la sucesión Protestante al Trono, sostendré y mantendré dichas promulgaciones con lo mejor de mis poderes de acuerdo con la ley”, proclamará y pronunciará el nuevo rey. A esto seguirá un himno y una oración de Carlos III la bendición de Dios para el desempeño de su cargo. “Concédeme ser una bendición para todos tus hijos, de toda fe y convicción, para que juntos descubramos los caminos de la mansedumbre y sed guiados por sendas de paz”, pedirá.
Tras el gloria y la oración colecta del celebrante pidiendo “sabiduría y amor” para el nuevo monarca, la primera lectura será de la carta a los Colosenses (1, 9-17) sobre el dominio de Cristo sobre todas las cosas. Sigue el canto del aleluya y el evangelio lo proclamará la deán de la capilla real, la pastora Sarah Mullally. Se ha elegido la escena en la que Jesús se presenta en la sinagoga de Nazaret al inicio de su ministerio (cf. Lc 4,16-21).
La coronación
Tras el sermón del arzobispo comienzan los ritos de la coronación propiamente dicha con el himno del ‘Veni Creator Spiritus’ y la preparación del óleo. Sigue la unción en la llamada “Silla de la Coronación” de Eduardo I con la piedra de Scone de los reyes de Escocia. Con un himno sacerdotal el arzobispo unge al Rey en sus manos, pecho y cabeza de forma casi privada –se colocará una pantalla en torno al trono– y con una oración que se recita en voz baja recordando las unciones del Antiguo Testamento. La unción continuará después de rodillas frente al altar mayor con Carlos III despojado de sus honores y con una sencilla túnica de lino sin mangas, sobre la que recibirá una capa de oro bordada.
Tras la parte centrar, el Rey irá recibiendo de representantes de la Cámara de los Lores y de los principales obispos anglicanos las galas que representan la monarquía, elementos históricos como unas espuelas, unas espadas, una serie de brazaletes, la toga y la estola reales, el orbe, el anillo, el guante, el cetro y la vara y, finalmente las coronas. Carlos III será coronado por el arzobispo con la corona de San Eduardo y será el propio Welby en gritar “¡Dios salve al Rey!” tras lo que sonarán dos minutos las campanas de la abadía. Seguirán las bendiciones con el cardenal Nichols y el arzobispo de York, el de los ortodoxos, así como otras confederaciones protestantes.
Seguirá la entronización y el juramento de lealtad por parte del arzobispo en nombre de la Iglesia de Inglaterra. Luego el Rey será homenajeado por el Príncipe de Gales en nombre de su familia y por los presentes en la abadía. Posteriormente el arzobispo ungirá a la reina Camila que recibirá el anillo y la corona de la Reina María a la que se le han añadido unos diamantes. También se le entregará la vara y el cetro y será entronizada.
La liturgia sigue con el himno y la oración sobre el pan y el vino que se bendecirán con la plegaria eucarística siguiendo el rito anglicano. Tras la comunión, sigue la bendición final y algunos himnos como el ‘Te Deum’ y el himno nacional. A la celebración se ha añadido que el Rey recibe al final del saludo de líderes y representantes de comunidades religiosas judía, hindú, sij, musulmana y budista.