Recientemente, la mayoría republicana en la Cámara de Representantes presentó, a manera de iniciativa, la Ley de Seguridad de la Frontera 2023, que sería discutida en estos días entre los legisladores estadounidenses.
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Sobre la propuesta se pronunció la Conferencia de Obispos Católicos de los Estados Unidos (USCCB), que llamó al Congreso a oponerse a dicha ley por considerarla dañina, pues entre otras cosas su aplicación pondría en peligro a los niños migrantes no acompañados y se estaría socavando el estado de derecho.
A nombre de los obispos, el presidente del Comité de Migración de la USCCB, el obispo de El Paso, Mark J. Seitz, dirigió una carta a los miembros del Congreso, en la que les expresó su fuerte oposición a la iniciativa, instándoles a oponerse, así como a “apoyar la redacción de una legislación bipartidista que esté más en consonancia con la rica tradición de bienvenida de nuestra nación”.
El obispo Seitz expresó su preocupación de que el proyecto de ley debilite de manera particular el compromiso que -dijo- durante décadas ha demostrado Estados Unidos con la protección humanitaria.
Respeto a la dignidad de los migrantes
En ese sentido, señaló que la iniciativa contiene disposiciones que “pondrían en peligro a los niños migrantes no acompañados e infligirían daño a otras personas vulnerables, diezmarían el acceso al asilo, ordenarían prácticas perjudiciales de detención y expulsión, restringirían el acceso al empleo legal, limitarían y potencialmente eliminarían las asociaciones federales con organizaciones religiosas y otras organizaciones no gubernamentales (ONG), socavarían el estado de derecho”, entre otras.
El obispo Seitz aclaró que no cuestionan “las buenas intenciones de los legisladores que buscan promulgar una legislación que asegure las fronteras de nuestra nación. De hecho, nos unimos al llamamiento para promulgar una gestión de las fronteras efectiva y humana como parte de un marco de reformas integrales de inmigración”, además de que “los obispos no descartan los desafíos en nuestra frontera con México, ni el derecho de las naciones a mantener sus fronteras”.
Sin embargo -continuó Seitz- citando al papa Juan Pablo II, “nuestra fe también nos obliga a ser “defensores vigilantes, defendiendo contra cualquier restricción injusta sobre el derecho natural de las personas a moverse libremente dentro de su propia nación y de una nación a otra” y a llamar la atención “a los derechos de los migrantes y sus familias”.
Por lo anterior, el obispo Seitz opinó que la iniciativa en el fondo “está más allá de la justificación” debido a las medidas dañinas que contiene.
Finalmente, expresó que siguen comprometidos a trabajar “con ustedes y la Administración para abordar el complejo problema de la migración, incluida la necesidad de una gestión fronteriza humana que respete la dignidad otorgada por Dios a los migrantes”.