¿Qué significa la unción?


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El pasado 6 de mayo, millones de personas asistieron por televisión al acto de coronación del rey Carlos III del Reino Unido. En realidad, a lo que asistieron fue a una eucaristía en la que se coronaba al nuevo monarca. En efecto, el acto fue eminentemente religioso, que comenzó con un: “Aleluya, Cristo ha resucitado”, pronunciado por el arzobispo de Canterbury –porque, según parece, las coronaciones en Reino Unido deben celebrarse en Tiempo Pascual–, a lo que siguió la bienvenida del rey por parte de un paje: “Bienvenido a la casa del Rey de reyes”.



Con óleo sagrado de Getsemaní

Aparte de lecturas litúrgicas y otros gestos, como el juramento del rey sobre la Biblia, llamó la atención el acto de la unción del nuevo monarca. Fue el único acto que se hurtó a los ojos de los que estaban viendo la ceremonia: unos soldados salieron con unos paneles y ocultaron el momento en que Carlos III era ungido en la frente, el pecho y las manos con óleo sagrado (traído, por cierto, de olivos de Getsemaní). Algunos comentaristas hablaron del momento cumbre en el que la divinidad se hacía presente –mediante el aceite– en la humanidad del monarca. Probablemente, el hecho de velar la escena tiene que ver más con el hecho de que la unción es el momento en que el rey muestra su “vulnerabilidad”, despojado de todos sus suntuosos vestidos.

Juramento Carlos Iii

En todo caso, la unción es el símbolo de la elección divina; aquí, la de un hombre para el servicio de la comunidad (en la celebración se recordó en varias ocasiones que el rey Carlos estaba para servir, no para ser servido). El gesto se remonta al Antiguo Testamento, donde se describe cómo ha de fabricarse el aceite para la unción: “El Señor habló a Moisés: ‘Procúrate los perfumes más finos: de mirra virgen […] de cinamomo […] de caña aromática […] de casia […] y de aceite de oliva […] Con ellos prepararás el óleo de la unción santa; harás una mezcla perfumada, como la prepara un perfumista, y servirá para la unción santa. Ungirás con él la Tienda del Encuentro y el Arca del Testimonio, la mesa y todos sus utensilios, el candelabro y todos sus utensilios, el altar del incienso, el altar del holocausto y todos sus utensilios, y la pila con su basa. Los consagrarás y serán sacrosantos. Todo cuanto los toque quedará santificado. Ungirás también a Aarón y a sus hijos y los consagrarás, para que me sirvan como sacerdotes. Y dirás a los hijos de Israel: Este será el óleo de mi unción santa en todas vuestras generaciones. No se derramará sobre el cuerpo de ningún otro ni imitaréis su receta, pues es santo y como santo lo habéis de tratar’” (Ex 30,22-32).

Así, en la Biblia, cualquier persona –sacerdotes y reyes fundamentalmente– u objetos que se apartan para Dios, son “marcados” con la unción con aceite consagrado.