La conferencia internacional ‘Paz entre las naciones. 60 años de la Pacem in Terris’, promovida por la Pontificia Universidad Lateranense y el Dicasterio para el Desarrollo Humano Integral, ha dado comienzo este 11 de mayo. Con motivo de su celebración, el papa Francisco ha enviado un mensaje a sus participantes, en el que ha recordado que “la guerra nunca ha dado alivio a la vida de los seres humanos, nunca ha podido guiar su viaje a través de la historia, ni ha logrado resolver los conflictos y contradicciones surgidos en sus acciones”.
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“Los efectos de la guerra son las víctimas, la destrucción, la pérdida de la humanidad, la intolerancia, incluso la negación de la posibilidad de mirar al mañana con renovada confianza”, ha aseverado. La paz, en cambio, “como objetivo concreto, permanece en el alma y en las aspiraciones de toda la familia humana, de todo pueblo y de toda persona”. “Esta es la enseñanza que aún hoy podemos extraer del mensaje que san Juan XXIII quiso enviar al mundo con la encíclica Pacem in terris”, ha continuado. Sin embargo, “sesenta años después, la humanidad no parece haber valorado lo necesaria que es la paz, cuánto bien trae”.
Así, el Papa ha subrayado que, si bien “las reglas de las relaciones internacionales han limitado el uso de la fuerza y la superación del subdesarrollo que es uno de los objetivos de la acción internacional, el deseo de poder sigue siendo, lamentablemente, un criterio de juicio y un elemento de actividad en las relaciones entre los Estados”.
Más que proclamar la paz
Del mismo modo, el Papa denuncia en su mensaje que, en este momento, “el aumento de los recursos económicos para el armamento se ha vuelto a convertir en un instrumento de las relaciones entre los estados, demostrando que la paz es posible y realizable sólo si se fundamenta en el equilibrio de su posesión”. “Todo esto genera miedo y terror y corre el riesgo de abrumar la seguridad porque olvida cómo un evento impredecible e incontrolable puede encender la chispa que pone en marcha el aparato de guerra”, asevera.
De esta manera, Francisco concluye su mensaje subrayando que “se necesita una reforma profunda de las estructuras multilaterales que los Estados han creado para gestionar la seguridad y garantizar la paz, pero que ahora están privadas de libertad y posibilidad de acción”, porque “no les basta proclamar la paz si no están dotados de la capacidad autónoma para promover y ejecutar acciones concretas, ya que corren el riesgo de no estar al servicio del bien común, sino sólo de instrumentos partidistas”.