“Soy un obispo, pero antes que nada, soy un ser humano que comprende el alto costo de las enfermedades mentales, especialmente cuando no se tratan. Como sobreviviente de una pérdida por suicidio, he experimentado de primera mano los dolores de la enfermedad mental en mi propia familia. Después de haber perdido a mi hermano, Tom, mis hermanas, Mary y Therese, y mi cuñado, Joe, todo por suicidio, entiendo la importancia de encontrar algo de consuelo en nuestra iglesia y el regalo que brinda a tantas personas dentro de nuestro parroquias y familias”.
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Con estas duras palabras comienza John P. Dolan, obispo de Phoenix, un artículo en America Magazine en el que explica los motivos que le han llevado a impulsar la institución de un apostolado por la salud mental en la diócesis. Y es que, tal como escribe Dolan, al tener que afrontar algunas de estas pérdidas cuando aún era muy joven, “la iglesia fue el único lugar de consuelo para mí”.
Sin embargo, reconoce que había “un desfase entre la ayuda que me podían brindar como líderes espirituales y el acompañamiento más profundo que necesitaba”, por lo que, como obispo, esta experiencia le llevó a instaurar esta iniciativa en la diócesis “con un enfoque en la educación y el acompañamiento, el ministerio tiene como objetivo llenar los vacíos en nuestro cuidado pastoral y abordar de manera integral la salud mental”.
Acompañar desde la fragilidad
La Oficina diocesana del Ministerio de Salud Mental no diagnostica, receta ni trata enfermedades mentales, pero se asegura de que los consejeros y psicólogos que atienden a las personas que llegan buscando ayuda tengan licencia estatal para derivarlas a un profesional que pueda ofrecerles orientación y, en el caso de necesitarlo, un tratamiento. La oficina también brinda capacitación a los miembros del clero, religiosos, diáconos, ministros parroquiales, líderes escolares y laicos sobre la comprensión más actual de las enfermedades mentales, “preparándonos como iglesia para acompañar a quienes padecen enfermedades mentales con confianza, comprensión y cuidado pastoral”, explica Dolan.
“Imagine a una madre de tres niños luchando contra la depresión y sintiéndose culpable de no poder hacer más por sus hijos. El método de acompañamiento de nuestro ministerio de salud mental implicaría invitar a esta madre a una reunión parroquial facilitada por un voluntario capacitado”, ha explicado el prelado acerca del funcionamiento de la iniciativa. “La madre no solo tendría un lugar para expresar sus luchas y recibir una derivación a un profesional, sino que, dependiendo de la parroquia, también podría encontrar acompañamiento en forma de servicios integrales: miembros de la parroquia llevándole comidas, ayuda con la tarea para sus hijos y apoyo comunitario adicional para ayudar a aligerar su carga de manera práctica. Este ministerio se trata de que el cuerpo de Cristo se reúna para apoyar a cada uno de sus amados miembros”.
“Dios eligió hacerse uno con nosotros en nuestra fragilidad. Y a través de su propia fragilidad humana es como Jesucristo, nos acompaña. Compartiendo la misión divina de Jesús, acompañamos a los demás sabiendo que somos apartados pero nunca superiores, porque todos somos frágiles”, ha aseverado el obispo.