Tribuna

“Alza los ojos y mira” (Is 49, 18): signos de los tiempos y Palabra de Dios

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Hablar hoy de los signos de los tiempos y Palabra de Dios exige el compromiso de rastrear las huellas de Dios en nuestra situación actual de incertidumbre, de crisis, incluso de desánimo, para encontrar en Él el aliento necesario a través del que seguir anunciando la Buena Nueva del Reino.



  • a) El signo en tiempos de incertidumbre

Pensar en los “signos de los tiempos” exige un mirar la realidad en clave creyente, lo que constituye una tarea necesaria y permanente para todo el Pueblo de Dios, pero de manera principal para teólogos, teólogas y pastores, afirmaba la encíclica ‘Gaudium et spes’ sobre el modo de ser y estar del creyente en el mundo.

Definir que entendemos hoy por signos de los tiempos no resulta fácil, ni tan siquiera profundizar qué signo o signos nos interpelan y sacuden más. Cuando la Vida Consagrada se interroga por los “signos de los tiempos” lo hace buscando comprender de manera más profunda la realidad. Por ello, interpretar los “signos de los tiempos” a la luz de la Palabra de Dios significa reconocer en ellos la novedad histórica del Evangelio.

  • b) Habemus esperanza

Mucho nos hemos preguntado por el sentido de la Vida Consagrada en el siglo XXI. En un siglo de apenas 23 años ya hemos atravesado dos crisis económicas, una pandemia, un terremoto devastador, un volcán destructivo, varias guerras y tensiones en diferentes continentes, una guerra en Europa que aún busca sus caminos de paz, junto al anuncio de una gran sequía. En este momento en el que Dios nos ha colocado y convocado debemos alzar los ojos y mirar, como anuncia el deuteroisaias al pueblo desterrado en Babilonia.

El anuncio de la próxima liberación es la “buena nueva” que consuela y alegra a quienes han sufrido la deportación en Babilonia, la tristeza del destierro, y viven añorando el regreso a su patria: “Mi suerte está oculta al Señor, mi Dios ignora mi causa” (Is 40,27), “me ha abandonado el Señor, mi dueño me ha olvidado” (Is 49,14). Pero las noticias que llegan sobre las victorias del emperador Persa hacen esperar una pronta liberación. El profeta así lo confirma: “Alza los ojos y mira”. Esta expresión actúa a modo de aviso para la VC, que no puede ir con la cabeza baja, mirando al suelo, sino al contrario, debe levantar la mirada para descubrir el sentido que puede aportar al mundo, a esa Casa común de la que todos formamos parte.

Una VC ecológica: “vino bueno”

El relato de las Bodas de Caná (Jn 2,1-11) es el primero de los signos que realiza Jesús en el evangelio de Juan, con la finalidad de revelar la persona de Jesús. El texto nos sitúa en un ambiente festivo, en una boda, a la que acuden Jesús, María, su madre, y sus discípulos. Todo presagia la dicha, la fiesta, la necesidad de celebrar, el ambiente está preparado, estamos ante un “espacio verde”, donde lo importante no es la abundancia, el derroche, sino la sencillez del compartir.

Talleres

Diríamos que estamos en una boda ecológica, donde lo significativo está en la interacción y en las interrelaciones mutuas. En este ambiente festivo, María alza los ojos y mira: “No tienen vino”, la alegría escatológica a la que apunta el signo, que es para todos, parece pararse en estas palabras. A la VC le puede pasar y puede creer que ya las instituciones no tienen vino, y se conforman con pensar que la “fiesta” ha terminado, que ya no podemos hacer nada más. María se sintió comprometida con una fiesta que debía continuar. Y acudió a Jesús: “Haced lo que él os diga”, segura de que el Señor no iba a detener el futuro: llenar de agua las tinajas. Juan subraya la abundancia del don concedido, unos 600 litros de vino.

El tema es que tengamos agua para llenar las tinajas, tinajas de agua que den frescura a nuestras instituciones, que las llene de sencillez, acogida, disponibilidad. Dónde el vino bueno está dentro, viene de lo profundo de nuestro ser porque el Señor está entre nosotros. Una VC ecológica implica estar más preocupada por las interrelaciones, los encuentros personales, fraternos, intercongregacionales, interreligiosos, que en su propio mantenimiento; siendo conscientes todos que en la medida en que la Casa común se cuida, se respeta, se edifica, la VC celebra la vida.

Una VC femenina: “Que suceda como deseas”

Las mujeres han constituido y constituyen un signo de los tiempos y en los últimos años han generado procesos de cambio en las relaciones de igualdad con los varones dentro y fuera de la Iglesia. Pero parece que eso no es suficiente si no se traduce en un cambio de mentalidad y en un compromiso práctico.

El relato del evangelio de Mateo sobre la mujer siro-fenicia (Mt 15,21-28; cf. Mc 7, 24-30) no deja de sorprendernos por la audacia, decisión, inteligencia y libertad de una mujer, que aporta su voz femenina en un mundo que la rechaza por su doble condición, de mujer y extranjera, y que sale al camino de Jesús demandando su atención. ¿Salimos nosotros al camino de Jesús?, o ¿nos pesa demasiado nuestra estabilidad? ¿Somos capaces de pedir con inteligencia y seguridad aquello que deseamos?

La VC debe ser signo de mujeres libres y autónomas, integradas en esa Casa común universal que las identifica en su ser y en su capacidad de transformar y generar la vida. Recuperar a la mujer encorvada, sometida, relegada, violentada en todos los ámbitos sigue siendo un signo al que seguir dando respuesta.

Una VC en los márgenes de la sociedad

El lugar físico, social o simbólico en el que se sitúa una persona le proporciona una perspectiva decisiva en su forma de mirar el mundo, permitiéndole o impidiéndole descubrir ciertos aspectos de la realidad. No es lo mismo mirar la realidad desde el centro que desde los márgenes. Por tanto, el “lugar” desde dónde se sitúa la persona no es una mera localización física o geográfica, sino social, ideológica, simbólica y mental. Un nuevo lugar desde dónde mirar los signos de los tiempos, dónde nadie quede excluido, dónde cambiar nuestro espacio y visión de ese futuro que anticipamos.

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