“Aunque no puedo recibirlos personalmente, quisiera darles la bienvenida y agradecerles de corazón su presencia”. Con estas disculpas, el Papa Francisco se hacía presente esta tarde en el Encuentro sobre la Fraternidad Humana “Not Alone” que esta tarde llenó la Plaza de San Pedro y que, entre otros, congregó, entre otros, a 29 ganadores del Premios Nobel de la Paz.
- PODCAST: La polarización en la Iglesia
- Regístrate en el boletín gratuito y recibe un avance de los contenidos
El discurso del pontífice, ingresado en el hospital Gemelli mientras se recupera de la operación de una hernia abdominal, fue leído por el cardenal Mauro Gambetti, vicario general de Su Santidad para el Estado de la Ciudad del Vaticano.
Dignidad humana
A través de su mensaje, Jorge Mario Bergoglio llamó a los asistentes a la cita a “redescubrirnos hermanos y a creer en la fraternidad como dinámica fundamental de nuestro peregrinaje”. Es más, el Papa planteó que “sólo una gran alianza espiritual y social que nazca de los corazones y gire alrededor de la fraternidad puede volver a poner en el centro de las relaciones la sacralidad y la inviolabilidad de la dignidad humana”. Es la hoja de ruta que propone Francisco frente un mundo “desgarrado por la violencia y por la guerra”, en el que “no son suficientes los retoques y los ajustes”.
Convencido de que “la fraternidad no tiene necesidad de teorías, sino de gestos concretos y de opciones compartidas que la hagan cultura de paz”, el Papa invitó a los participantes en la cita a no descargar en culpables externos, sino a comprometerse con “gestos concretos”.
Reconciliarnos con la familia
Así, ofreció una batería de acciones a realizar en el día a día como “reconciliarnos con la familia, con los amigos o con los vecinos, rezar por quien nos ha hecho daño, reconocer y ayudar a quien está en necesidad, llevar una palabra de paz a la escuela, a la universidad o a la vida social, ungir con nuestra cercanía a alguien que se sienta solo”. Para el Papa, todas estas iniciativas, permiten “aplicar el bálsamo de la ternura dentro de las relaciones que se han desgastado”.
“No nos cansemos de gritar ‘no a la guerra’, en el nombre de Dios o en el nombre de cada hombre y cada mujer que aspira a la paz”, animó también el Papa, sabedor de que “la fraternidad es un bien frágil y precioso”.
El otro como hermano
“Creer que el otro sea un hermano, decirle al otro ’hermano’ no es una palabra vacía, sino lo más concreto que cada uno de nosotros puede hacer”, subrayó Francisco, que aclaró que no somos “hijos únicos” ni debemos movernos en “la lógica de los socios”.
“Cuando los hombres y las sociedades eligen la fraternidad también las políticas cambian”, aseveró el obispo de Roma. En este sentido, formuló algunos de los frutos de esa “mejor política” que desarrolla en ‘Fratelli tutti’: “la persona vuelve a prevalecer sobre el beneficio; la casa común que todos habitamos, sobre el ambiente que se explota para los propios intereses; el trabajo se paga con el justo salario; la acogida se convierte riqueza; la vida, en esperanza; la justicia se abre a la reparación y el recuerdo del mal causado sana en el encuentro entre las víctimas y los culpables”.