El próximo miércoles 14 de junio, la Primera Sala de la Suprema Corte de Justicia de la Nación (SCJN) discutirá un proyecto de sentencia sobre los juicios de amparo en los que se ha reclamado la supuesta inconstitucionalidad de la colocación de representaciones del nacimiento de Jesucristo (belenes) en espacios públicos por parte de tres ayuntamientos en el estado de Yucatán, alegando que, con ello, se viola la libertad religiosa, los principios constitucionales del Estado laico, así como el principio de igualdad y no discriminación.
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Al respecto, la Conferencia del Episcopado Mexicano (CEM), a través de su secretario general, el obispo de Cuernavaca, Ramón Castro Castro, expresó su preocupación, y manifestó su rechazo a este proyecto de sentencia, el cual -dijo- “desconoce el contexto antropológico, social y cultural del pueblo mexicano”.
La Iglesia también expresó su preocupación de que, en este momento en que México está sufriendo el flagelo de la inseguridad y de la violencia desbordadas, la Suprema Corte pretenda limitar expresiones y manifestaciones religiosas que son promotoras de la cultura de la paz y del amor.
Los riesgos de la sentencia
Tras señalar que los símbolos y las tradiciones culturales de carácter religioso merecen reconocimiento jurídico, aunadas a la propia religión, que contribuyen a la riqueza e identidad de la nación, Castro Castro pidió pensar por un momento en los miles de peregrinos y en las miles de imágenes de la Virgen de Guadalupe, en mercados, sitios de transporte, cruces de camino, hospitales, “que podrían ser arrebatadas” con una decisión como la que se propone en estos momentos.
Aseveró: “Las ideas contenidas en el documento que será discutido por los ministros de la SCJN constituyen un acto de represión a los símbolos y expresiones culturales que forman parte del patrimonio histórico y cultural del pueblo mexicano”.
El Secretario General de la CEM también aseguró que este proyecto de sentencia no encuentra sustento en precedentes en otros países democráticos ni en los sistemas internacionales de derechos humanos.
Y recordó que el papa Francisco ha insistido en que el debido respeto a las minorías de agnósticos y no creyentes, “no debe imponerse de un modo arbitrario, que silencie las convicciones de mayorías creyentes o ignore la riqueza de las tradiciones religiosas”, pues esto -advirtió- a la larga “fomentaría más el resentimiento que la tolerancia y la paz”.