Tribuna

Si en vez de inmigrantes pobres fuesen turistas ricos…

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El mundo entero contiene la respiración mientras un despliegue logístico sin parangón, al más alto nivel internacional, busca rescatar a los cinco turistas que, desde hace días, se han perdido en las profundidades del mar mientras pretendían visitar los restos del Titanic a bordo de una pequeña nave submarina. Todos los medios informan al detalle de cada “última hora” y con cualquier mínima novedad sobre un operativo en el que distintas administraciones y empresas están ofreciendo los últimos y más avanzados avances tecnológicos.



Significativamente, esta noticia relativa a cinco personas con una elevada disposición económica (embarcarse en el Titán es algo accesible a pocos bolsillos) ha ocultado una noticia relativa a otra tragedia marina acaecida estos días… Y es que, aunque no tantos medios ni gobiernos se hayan sentido interpelados, el pasado 14 de junio se hundió en el Mar Jónico una nave pesquera en la que, según algunos supervivientes, iban hacinados 750 inmigrantes.

Tragedia irremediable

Pese a que eran pobres, muchos habían reunido el poco dinero que tenían para pagar a la mafia egipcia que había quedado en recogerles en Libia con el fin de llegar a Italia. Los apenas 30 metros de eslora no pudieron soportar tanto peso y el hundimiento, frente a las costas griegas, fue irremediable.

Antes de que se consumara la tragedia, desde dentro del barco se consiguió avisar a la activista Nawal Soufi, que, como Helena Maleno en el Estrecho, siempre está al tanto de estas situaciones críticas para tratar de movilizar a las autoridades. Sin embargo, ninguna administración dio el paso (el Gobierno griego ha esgrimido que su propuesta de ayuda fue rechazada desde la embarcación, versión que ha sido desmentida por los supervivientes y por varios expertos que han analizado lo ocurrido en esas complejas horas).

Supervivientes del naufragio en Grecia

Muchos son mujeres y niños

¿El resultado? El peor de todos… El barco se hundió y todos quedaron a expensas de las fauces del mar. Ya hay confirmadas 82 víctimas, pero, ante el rescate de únicamente 104 supervivientes, se teme que hayan podido morir más de 600 personas, sin ni siquiera recuperarse sus cuerpos. Buena parte de ellas serían mujeres y niños.

Por nacionalidades, estamos ante palestinos, sirios, iraquíes… En definitiva, personas que trataban de huir de la pobreza, de la marginalidad, de la violencia, de la persecución por su condición racial, sexual o religiosa.

Una “avalancha”

Soñaban con una Europa que solo existía en sus cabezas. Porque, para la Europa de hoy, para el mal llamado Primer Mundo de hoy, estas personas no cuentan absolutamente nada. Su piel es oscura. Son pobres. Incluso hay voces que sostienen que pertenecen a una “avalancha” que viene a “conquistarnos”.

En unas horas sabremos (ojalá que llegue una buena noticia) el destino de los cinco turistas que soñaban con ver los restos del Titanic. Seguramente, de la inmensa mayoría de las 600 personas que se han ahogado en el Mar Jónico no volveremos a saber nada. Sus cuerpos se pudrirán bajo el mar. Seguirán siendo anónimas. Y, en apenas unos días, ya los telediarios nos dirigirán la mirada al último suceso impactante.

Más madera, que es una carrera. Volemos, rápido. Empachados y abotargados, liberémonos sin disumulo ni mala conciencia de lo que nos sobra: los pobres.