(José Lorenzo– Redactor Jefe)
“A esta Organización No Gubernamental para el Desarrollo (ONGD), y católica para más señas, la han propuesto para el Premio Príncipe de Asturias de la Concordia, que se falla en septiembre. Así pues, aún hay tiempo para impulsar con nuestro voto su candidatura, que no es otra cosa que agradecer a las miles de personas que, dentro y fuera de España, ponen su grano de arena para cimentar un mundo más justo”
Afortunadamente, ya no tenemos que inventar Manos Unidas: es una gozosa realidad desde hace 50 años. Con motivo de esta efeméride, a esta Organización No Gubernamental para el Desarrollo (ONGD), y católica para más señas, la han propuesto para el Premio Príncipe de Asturias de la Concordia, que se falla en septiembre. Así pues, aún hay tiempo para impulsar con nuestro voto su candidatura (www.manosunidas.org), que no es otra cosa que agradecer a las miles de personas que, dentro y fuera de España, ponen su grano de arena para cimentar un mundo más justo, auténtica obsesión de una organización nacida de las manos femeninas de la Acción Católica.
No es un baldón que a lo largo de este medio siglo de caminar al lado de los más pobres, esta entrañable escuela de valores en la que empeñan sus voluntades miles de personas (la mayoría, como en tantos otros estamentos de nuestra Iglesia, mujeres) haya pasado por momentos de zozobra. Como en otras parcelas eclesiales, y en todo el mundo, hubo un tiempo para
el revisionismo, asustados algunos por el cariz “fieramente humano” de aquella hermosa intuición original de luchar contra el hambre en el mundo.
Pero la causa era tan buena que, aún acusando el golpe, el proyecto siguió adelante sin otras metas que la promoción del desarrollo en los países que no conocen tal, además de la sensibilización social sobre las causas que producen, aún hoy, la pobreza, el hambre; en definitiva, las injusticias. Y no ha debido de hacerlo tan mal. Sobre el terreno, doy fe de la labor de Manos Unidas, de cómo invierten sus recursos (la inmensa mayoría, privados), de cómo cambian la vida de las comunidades sus proyectos, de cómo calan, sin imposiciones ni golpes de pecho, los valores que le dan sentido.
Y ahí está su tarea de concienciación. Ella, junto con Cáritas, está entre las cinco ONGD más conocidas por los españoles. ¿No se merece un Príncipe?
En el nº 2.717 de Vida Nueva.