El Vaticano refuerza la misa “para pedir la castidad”

El Dicasterio para el Culto Divino y la Disciplina de los Sacramentos aprueba las lecturas de este rito del misal romano

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En el Misal Romano, entre los formularios de misas por diversas necesidades, el número 39 es el dedicado a la eucaristía “para pedir la castidad”. Ahora, el Dicasterio para el Culto Divino y la Disciplina de los Sacramentos ha reforzado la celebración añadiendo las lecturas oficiales a esta celebración que contaba hasta ahora solo con oraciones propias.



Lecturas variadas

En el decreto publicado este lunes, 26 de junio, aunque con fecha del pasado mes de marzo, se precisa que las lecturas para esta misa sean el evangelio en el que Jesús dice “Vosotros sois la sal de la tierra” (Mt 5,13-16) o bien cuando invita: “amaos los unos a los otros como yo os he amado” (Jn 15,12-17). Como primera lectura se ofrecen textos de Ezequiel o del Eclesiástico; y para la segunda un fragmento de la carta a los Gálatas: “Todos los que pertenecen a Cristo Jesús han crucificado la carne y con ella sus pasiones y deseos” (Gal 5,16-25); de la carta a los Romanos o de la primera carta a los Corintios. “Un mandamiento nuevo os doy: que os améis los unos a los otros. Como yo os he amado, amaos también vosotros los unos a los otros” (Jn 13,34) es el versículo del Aleluya.

Además, en una nota complementaria, el dicasterio explica el concepto de abstinencia y el uso de la forma de misa. “La decisión de utilizar el formulario ‘Ad postulandam continentiam’ no sólo debe estar motivada por una atenta consideración de su utilidad pastoral, sino que debe estar siempre iluminada por la Palabra revelada, que permite una comprensión verdadera y profunda de lo que se pide”, se lee en la nota.

La llamada a la ‘continentia’, explican, se refiere a “lo que todo bautizado está llamado a hacer para revestirse de Cristo, luchar contra toda forma de mal, ser consciente de que el propio cuerpo es templo del Espíritu Santo, medio para glorificar a Dios, recorrer el camino de la vida bajo la guía del Espíritu Santo, obedecer los mandamientos divinos y no ofenderle aferrándose a los deseos y a las obras de la carne”.

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