En las últimas semanas, las temperaturas elevadas en buena parte del territorio mexicano, de inmediato nos crearon una vinculación directa con el cambio climático. Muchos de los efectos que los expertos y distintas instancias desde hace al menos tres décadas nos han dicho, están ocurriendo ahora. La subida de temperaturas solo es una pequeña muestra contundente que este fenómeno no era ningún complot extranjero ni extraterrestre, sino causa de la misma actividad humana. A esta muestra visible, le sigue el deshielo de los glaciares, tormentas más intensas, sequías, la escasez de agua que se vuelve preocupante y la pérdida de biodiversidad en regiones clave.
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Los patrones climáticos y cambios abruptos están cambiando tanto como ha crecido la mancha urbana, como hemos generado pobreza, desigualdad y estilos de vida con hábitos poco sustentables. Ahora estamos viendo otro tipo de impactos que están estrechamente interrelacionados con la toma de decisiones a nivel político, la falta de regulaciones a los modelos de producción y explotación de los recursos naturales, los intereses de actores privados en los bienes comunes. Tan complejo es el fenómeno, como las posibles soluciones, pero podemos empezar por entender esa complejidad y hacer una profunda toma de conciencia que necesitamos nuevos esquemas mentales para comprender el fenómeno.
Si bien no hay una receta para combatir las altas temperaturas, como Iglesia hemos hecho nuestra parte desde la conceptualización de ‘Laudato Si”, encíclica que nos invita a vivir una “conversión ecológica” a mirarnos como parte de un ecosistema y tomar conciencia que vivimos en una casa común. Ser parte de esta conversación nos abre espacio a asumir “las consecuencias de nuestro encuentro con Jesucristo en las relaciones con el mundo que los rodea” (LS, 217). Avanzar en una solución de largo plazo se nutre de micro soluciones en todos los ámbitos de la vida pública y privada, quizá implique romper con esa barrera en algún punto. ¿Cómo hacerlo?
Entre las muchas propuestas que ‘Laudato Si” nos deja ver es un entendimiento circular de nuestros modelos de vida para crear un marco de soluciones sistémicas que hace frente a desafíos globales desde el corazón y la toma de conciencia. Un paso más allá es avanzar en la creación de nuevos hábitos individuales y colectivos que deriven en estilos de vida más sostenibles que moderen nuestro uso de los recursos y las energías; una Espiritualidad más ecológica que honre la creación en su máxima expresión y reconozca nuestra pertenencia a la tierra y nuestra fidelidad a ella como obra del creador.