El obispo auxiliar de Lisboa, el próximo cardenal Américo Aguiar, ha visitado como presidente del comité organizador de la Jornada Mundial de la Juventud a los jóvenes ucranianos con el país en guerra. El prelado ha visitado la ciudad de Bucha y los santuarios de Zarvanytsia y Berdychiv. “Los jóvenes de Lisboa esperan con los brazos abiertos a los que llegarán de Ucrania. Y a los que están en el cielo, los llevaré a Lisboa en mi corazón”, señaló Aguiar en uno de sus encuentros.
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Sueños de futuro
“He venido aquí para rezar con vosotros, por vosotros y por todos los que defienden heroicamente su país. Los jóvenes de Lisboa ya están esperando para acoger con los brazos abiertos a los que vendrán de Ucrania”, declaró el obispo según recogen los medios vaticanos poco antes que los 500 participantes del país pongan rumbo a Lisboa. En el centro mariano de Zarvanytsia, al oeste de Ucrania, Aguiar tuvo un encuentro con jóvenes greco-católicos el pasado 15 de julio. “El papa Francisco quiere realmente que los jóvenes sean soñadores, luchadores y poetas. Así que, queridos jóvenes amigos de Ucrania, no tengáis miedo de soñar. No tengáis miedo de derribar muros. La JMJ es un encuentro que ayuda a superar obstáculos y a destruirlos”, señaló el obispo.
En Berdychiv, en el centro de Ucrania, reclamó que “debemos hacer todo lo posible para que cada uno de vosotros, todos los jóvenes de Ucrania, tengáis el valor de volver a soñar”. “Estamos aquí, en este Santuario de la Madre, ¡digamos también con todo el corazón que tenemos una Madre! Es en el corazón de la Madre donde depositamos siempre nuestras alegrías, nuestras penas, nuestras sonrisas y nuestras lágrimas… Quisiera que la Madre que a todos escucha y a todos acoge y que guarda en el silencio de su corazón las oraciones de todos, escuchara lo que cada uno de vosotros grita”, reclamó el próximo cardenal. “Queremos construir el futuro con lo que hay en el corazón de cada uno de vosotros”, deseó a la vez que presentó la JMJ como “un encuentro con Cristo vivo, y es este Cristo vivo el que queremos testimoniar con la alegría de nuestros problemas, nuestras dificultades y nuestras lágrimas”. Incluso en medio del horror de la guerra y del sufrimiento de la guerra, queremos dar testimonio de Cristo vivo”.