Trinidad Ried
Presidenta de la Fundación Vínculo

Exorcismo personal


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En mayor o menor medida, si no somos conscientes y no luchamos constantemente contra las voces tóxicas y perversas de nuestra mente, estos verdaderos demonios nos pueden boicotear la vida, la autoestima y nuestra relación con los demás y con el mundo.



Como todo mal, estos malditos demonios siempre nos engañan haciéndonos ver todo peor de lo que de verdad es, avergonzándonos de compartir con otros estas vergüenzas, y acechando justamente por los “lados” más débiles de nuestra identidad. Sin embargo, mediante la gracia de Dios, manifestada en esa voz interior más pura, capaz de desenmascarar este diálogo diabólico que nos habita, es posible exorcizar estas voces corruptas, gestionar nuestras creencias con mayor justicia y nutrir nuestras emociones hacia nosotros mismos y hacia el mundo.

El maldito demonio

Junto con todos nosotros hay una voz permanente que boicotea gran parte de lo que somos y de lo que queremos hacer. Lo podemos denominar un maldito demonio porque efectivamente nos lleva a un infierno de menor o mayor tamaño, dependiendo la situación. La idea es poder desenmascararlo, debilitarlo y hacerle frente para dejarlo acoquinado en un rincón porque realmente nos divide por dentro, no nos deja en paz ni al dormir y no nos permite ser ni hacer con libertad y paz lo que Dios soñó para cada uno de nosotros.

Así, pasa desapercibido a nuestra conciencia y nos logra convencer de que “solamente” están fallados, mal hechos, locos, defectuosos de fábrica y no mal aprendidos y habitados por creencias que nunca debieron entrar.

Su origen

Probablemente, como somos seres relacionales, estas voces tóxicas que nos hablan al oído del alma, se fueron armando como los ríos. Una quebrada de agua formó un arroyito, este se sumó con otro y formó un riachuelo, y así, cientos de voces tóxicas que algunos nos dijeron en nuestra historia, las grabamos a fuego como un gran brazo de agua que nos cruza de par en par y desborda nuestra objetividad de lo que somos y nuestro modo de relacionarnos con la realidad.

Lo complejo es que este mal tiñó con su percepción nuestra subjetividad y todos sus vínculos. Es decir, este demonio es capaz de mutar en mil formas y criticar sin piedad alguna todas nuestras dimensiones y acciones como si fuésemos lo peor.

Darwin silencio

Su modus operandi

Cada uno de nosotros mantiene un diálogo permanente en su psique que va emitiendo juicios de lo que está viviendo. La mayoría de las veces funciona como la trasmisión de una radio; es decir, habla y nos dice mil cosas sin que nosotros controlemos la “programación”.

Algunas veces puede ser neutra o amorosa, pero si el demonio se ha apoderado de nosotros producto de un pasado herido y triste, es él quien “flagela” en rotativo nuestro corazón dándonos látigos sin compasión. “Cómo comes tanto, gorda”; “qué penosa era en querer su atención”; “no tienes amigos porque eres rara”; “cuándo vas a salir adelante, si eres tan torpe”; “te mereces su rechazo y más; todo es por tu culpa”; “eres muy mala hija”; “ellos sí que son mejores que yo”…

Auto exorcismo

La figura de un observador o testigo que permita develar las tretas del demonio es la manifestación más bella del Espíritu Santo que nos habita y que lucha por nuestra salvación. Sin embargo, el mal se escabulle fácilmente si solo lo encaramos parcialmente escuchando su voz. Recomiendo encarecidamente hacer el ejercicio de escribir todo lo que esta voz nos dice, textualmente, en un cuaderno, e ir vínculo por vínculo, dimensión por dimensión, describiendo la “perorata” que nos canta.

El hecho de sacarlo de la psique a la mano y de la mano al papel, produce un efecto terapéutico de toma de conciencia que no es menor. Al leer luego lo que “nos dice” el maldito demonio en cada circunstancia, somos capaces de reconocer la debilidad de su argumento, lo básico de su ataque, la “tontera” con que nos estaba engañando y haciendo sufrir. La razón hace su aporte y empieza a arrinconar a esta voz tóxica con evidencias y experiencias que sostienen lo contrario y empieza a perder su poder en nuestra convicción. Se inicia el exorcismo, que no es otra cosa que la liberación de creencias erradas que causaban un daño feroz.

La rehabilitación

Cuando Dios y sus ángeles han logrado recuperar “terreno” en nuestro corazón, poniendo justicia, verdad y amor, donde antes había oscuridad y falsedad, es necesario estar vigilantes porque aún la autoestima y el amor propio no están 100% consolidados. No exponerse a situaciones muy complejas emocionalmente será lo mejor; orar mucho también ayuda a prevenir la contaminación, pero, sobre todo, callar con una mordaza fuerte cualquier atisbo de insurrección de las voces del interior.