El segundo elemento en el que tenemos que educar a nuestros alumnos es en la competencia. Necesitamos profesionales competentes. Este es un tema que ya he abordado en otras ocasiones en esta columna, pero en el que voy a volver a incidir en esta ocasión. Uno de los grandes favores que podemos hacer a nuestros alumnos es que sepan hacer bien aquello para lo que les preparamos. Es decir, que tengan todas las habilidades necesarias para desempeñar la labor para la que se preparan.
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La competencia en su trabajo es la que les va a permitir, a su vez, poder disfrutar más de él. Cuando más preparados estamos para desarrollar una labor, mayores posibilidades tenemos de disfrutar con ella. Pero no solo es algo que nos va a beneficiar a nosotros mismos, sino que desempeñar bien una labor es algo que redunda en beneficio de los otros y de la sociedad. Por ello, la competencia es algo que refuerza las dos dimensiones de todo trabajo y de las que hablamos la semana pasada, la subjetiva y la objetiva.
Preparar para la competencia supone también, no intentar ser competitivo ni mejor que el otro, sino saber rodearse de personas que saben realizar bien su trabajo para ver reforzado aquello que yo hago bien gracias a una cooperación fructífera. Los profesionales competentes no intentan eliminar a aquellos que también lo hacen bien y verlos como competidores a quienes vencer, sino que quieren ver reforzada su competencia en el desempeño de una labor gracias al trabajo conjunto con otros profesionales competentes. Ello implica juntarse con otras personas que lo hacen bien para que el trabajo conjunto sea mucho mejor que el individual. Poner los dones en común hace que todos podamos llegar mucho más lejos que si trabajamos de manera individual.
Trabajo en equipo
Por ello, ser un profesional competente está totalmente alejado de ser un profesional competitivo. competencia busca la colaboración y la cooperación con otros que saben hacer las cosas bien. Eso supone que debemos enseñar a los alumnos competentes a trabajar con otros que también lo son. Tenemos que mostrarles cómo el trabajo en equipo es una manera de enriquecerse mutuamente y que les ayuda a mejorar y a conseguir unos resultados mucho mejores.
Cuando, además, la vocación está detrás de la profesión elegida, la competencia no hace más que reforzar la vocación y viceversa. Son dos cuestiones que se retroalimentan para cumplir correctamente con las dos dimensiones de cualquier trabajo. Por ello nuestra educación debe permitir que quien quiera (muchos alumnos, desgraciadamente, solamente quieren aprobar) pueda acabar siendo un profesional competente gracias a las enseñanzas recibidas y que aprenda a trabajar en equipo.