Centenares de jóvenes, sobre todo de las diócesis gallegas y del movimiento Scout, han asistido hoy a la catequesis de José Francisco Prieto, arzobispo de Santiago de Compostela, en el Parque Santa Catarina, en Cruz Quebrada-Dafundo, en el marco de la Jornada Mundial de la Juventud de Lisboa.
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“Si no amas, ¿para qué vives? Y, si no vives para amar, ¿qué sentido tiene tu vida?”. Estas dos preguntas han guiado las palabras del prelado gallego, que ha invitado a los jóvenes a repreguntarse lo mismo cada día.
Durante su alocución, Prieto ha sido muy claro lanzándoles el reto de abrirse al mundo. “No seamos grupos estufas que estamos seguros de nosotros mismos en ese entorno que compartimos”, ha señalado, para luego añadir: “Dejémonos sorprender por el Señor”.
Por otro lado, les ha recordado, ante preguntas de los propios jóvenes, que “en la vida necesitamos normas, pero lo importante es que sean para vosotros cauce para el Evangelio”.
Provocadores del Evangelio
“Por favor, sed provocadores del Evangelio, del encuentro transformador con Jesús, del encuentro fraterno con el hermano”, ha aseverado. Y ha completado: “La amistad social tiene rostro concreto, es mirar a quien tienes al otro lado, con una mirada atenta y comprometida”.
Haciendo hincapié en que “la vida es para ser actores y no espectadores”, Prieto les ha instado a que “siempre tengan lleno el corazón del vino nuevo del Evangelio, de la alegría compartida, de la amistad social que nos lleva a reconocer la huella de Dios en el corazón del hermano más allá de las apariencias”. “Por favor, lleven consigo el vino nuevo de Dios en vuestras vidas”, ha rematado.
Parafraseando a san Agustín, ha insistido en que “nos dice que confía en Dios como si todo dependiera de Dios, pero, al mismo tiempo, es necesario que nos comprometamos y hagamos como si todo dependiera de nosotros”.
Misa como en Caná
Al término de su catequesis, Prieto ha subrayado que “no somos creyentes que busquemos recoger, sino sembrar”. Y les ha lanzado la invitación a “salir a sembrar, aunque, a veces, parece que la semilla cae en terreno pedregoso”. “Repartid el vino nuevo de la vida nueva que Dios pone en vuestro corazón”, ha continuado.
Por último, antes de comenzar la misa como en las bodas de Caná, con todos los jóvenes rodeando el altar, ha pedido que, “con María, aprendamos a ser discípulos, porque la fe, creer, no es un potente foco, aunque estos días veamos tantos, sino una vela, sencilla, o un flash del móvil para vosotros”.