Está pendiente se decir la época del año y los lugares concretos en los que se va a desarrollar la JMJ 2017 de Seúl, pero su arzobispo, Peter Soon-Taick Chung, ya está trabajando en ello. En declaraciones a los medios de comunicación presentes en Lisboa el prelado ha mostrado su “profunda gratitud al papa Francisco por haber designado a Seúl y a Corea del Sur como próxima sede”.
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Espíritu universal
Además, agradeció a la organización de Lisboa “por haber creado un evento que promueve la fraternidad, la amistad y el dinamismo”, así como “a todos los fieles, ciudadanos y autoridades gubernamentales de Portugal la calurosa acogida que han dispensado a los jóvenes de todo el mundo”. Para el “la JMJ no es sólo un acontecimiento católico. Es una celebración mundial y una plataforma para encuentros interreligiosos. Trasciende creencias e ideologías específicas, invitando a todas las personas de buena voluntad a reunirse y compartir la fraternidad”. De esta manera espera que la nueva edición sea “un acontecimiento que beneficia a todos, fomentando la fraternidad, la espiritualidad, la cohesión social y la prosperidad económica”.
Es más, el nuevo organizar se ha comprometido públicamente “a mantener el espíritu universal de la JMJ que ha abrazado las ediciones anteriores” fomentando “conexiones significativas y propiciar beneficios sociales y económicos sustanciales para los jóvenes de todo el mundo. Esperamos que los jóvenes de todos los rincones del mundo que se reúnan en Seúl y en toda Corea del Sur experimenten un vibrante intercambio de culturas e historias de vida, cultiven un amor aún más profundo por su fe y encuentren la fuerza para manifestar ese amor en su vida cotidiana”, deseo Peter Soon-Taick Chung.
Por ello el arzobispo ha señalado que trataran de “aprender y sobresalir en nuestros preparativos para esta ocasión trascendental. Forjaremos una estrecha colaboración con la Santa Sede, el gobierno surcoreano, los funcionarios de la ciudad de Seúl, las autoridades locales de todo el país, así como las autoridades de seguridad y protección para garantizar el éxito del evento” que se celebrará dentro de cuatro años.
Vuelta de los jóvenes
En lo que sí que tiene experiencia la Iglesia surcoreana, en estos 200 años de evangelización, es en transmitir la fe a través de los mayores ya que la persecución religiosa dejó a la región sin misioneros. Para el sacerdote Matteo Choi, los jóvenes del país quieren “buscar la verdad en el compromiso a través de las acciones de la vida” y por eso los cristianos han conseguido “superar el sistema social de clases y que se traten todos como hermanos y hermanas”, destacó. La vuelta de jóvenes a los templos tras lo vivido en la pandemia hace que “haya esperanza como han experimentado a través del compromiso de la solidaridad”.
El arzobispo recordó que Corea del Sur es un país donde hay poco católicos pero la JMJ es una oportunidad para que “los católicos desplieguen todo el poder y también es una oportunidad para compartir sus valores con una cultura tan diversa como la coreana” que ha hecho reflexionar al mundo con fenómenos como el K-pop. “Necesitamos un evento así en el continente”, reclamó Peter Soon-Taick Chung, que espera superar las previsiones de la JMJ de Sydney que podría ser el referente operativo más similar. Aunque aspirar a que haya presencia de todos los países –un deseo en el que se cuela la aspiración de la reunificación de las dos Coreas–.