Tribuna

Los vientos y la brisa: los jóvenes en la barca de la Iglesia y el interrogante de la JMJ

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La fotografía más viral de la JMJ, con las espaldas del Papa ante una marea de jóvenes, parece ser que no es verdadera, sino un montaje de inteligencia artificial. La anécdota siempre plantea la cuestión de fondo ante todos los eventos de magnitud en la pastoral de los jóvenes, qué hay de realidad y qué hay de artificial y espectáculo. Nunca nos rendimos de reconsiderar que la pastoral no puede ser la suma de puros eventos grandiosos, y menos cuando en el centro queremos poner procesos apostólicos de los jóvenes y con ellos.



Puede haber momentos especiales en nuestra vida en los que sentimos la presencia extraordinaria de Dios y su poder. Podemos incluso necesitarlos alguna vez. Pero nada más lejos de la realidad pensar que el modo de actuar nuestro Dios pase por lo espectacular de lo extraordinario. Acabamos de vivirlo en Lisboa, en la JMJ, ha sido un viento huracanado, se ha podido andar sobre las aguas de multitudes de jóvenes con ojos brillantes y corazón inquieto. Pero eso ha pasado y todos estamos de acuerdo en que una verdadera pastoral, sea juvenil o de cualquier otra edad, no puede estar centrada en puros eventos extraordinarios que provoquen admiración y extrañeza más allá de lo ordinario.

La verdad del misterio

Pasado el evento y lo espectacular del mismo, con sus aspectos positivos y otros más cuestionables, ahora toca encararse con la verdad del misterio. La necesidad de la mirada fija en la persona y el evangelio de Jesucristo. El proceso del descubrimiento de nuestra propia persona y vida, a la luz del sentido de esa verdad del Reino.

Creo que ha habido muchos jóvenes que no han asistido a un evento, sino que venían conectados con el evangelio y con grupo de vida desde hace años, algunos desde su infancia. Seguro que éstos habrán estado en medio del bullicio y el jaleo sintiendo la brisa de la Palabra que se proclamaba y atendiendo a claves de verdad para seguir sus proyectos personales y comunitarios de vida y de acción. También lo habrá que sin haber estado han recibido el mensaje y buscarán encarnarlo ahora en la realidad propia de lo diario y de lo ordinario. Estos serán la tierra buena que da fruto según pueden, unos treinta, cincuenta o cien.

 Vivencias de fe

Como siempre lo importante en esta historia es qué ha habido de protagonismo juvenil verdadero. La cuestión central es si han sido ellos el centro real del evento, tanto en la preparación, en el desarrollo y en la posterioridad del mismo. Yo me vengo preguntando con sencillez cuáles son las cuestiones fundamentales que los jóvenes nos han planteado a la Iglesia en el momento actual desde su vivencia del mundo, sus situaciones y expectativas sobre la historia y sus dificultades actuales. Sus vivencias de fe y sus interrogantes más profundos.

Jóvenes con la cruz de la JMJ en Lisboa

Me interroga si la juventud más real del mundo ha estado presente y ha expresado su voz. Si no lo ha estado, pero los hemos tenido muy presente me vale también. No dudo, sino que celebro, la actitud del Papa Francisco, ante el evento y las palabras que ha querido dirigir a la juventud y al mundo desde ellos. Pero entiendo que el propio papa sabe todo lo que había de espectacular y de lejanía de lo que han de ser procesos de fe y de vida. No creo que él vea la JMJ como una señal clara de victoria ante la cultura y la sociedad actual, porque se han reunido más de un millón de jóvenes, sin quitarle importancia a este hecho. Más bien, su planteamiento ha sido ayudar a tomar conciencia de lo lejos que estamos de una cultura de lo humano, del bien ser, de la justicia, de la igualdad y la dignidad de todos los hombres, dentro y fuera de la Iglesia.

Reflexión y comunión

La pregunta no la lanzo a los demás, está dentro de mí. He seguido todo lo que se ha proclamado en los momentos fundamentales del encuentro, he leído lo que jóvenes han presentado como reflexiones de profundidad en los días previos, aunque estos han sido los menos. Sé de congregaciones religiosas que han vivido la preparación del encuentro y la asistencia como un proceso de reflexión de sus jóvenes y de comunión entre ellos.

Voy a seguir buscando y analizando lo que considero que hoy es fundamental en una pastoral evangelizadora y dirigida a jóvenes y laicos cristianos. Es decir, que estoy buscando en todo lo que se ha formado y liado lo que más de verdad haya, más allá de pura emoción, gozos exultantes, tabores de masa. Necesitamos ir a lo profundo de lo que es una juventud cristiana en el mundo de hoy, de lo que debe ser un proceso evangelizador y los caminos que nos están retando en la verdad del encuentro con Cristo, con su Palabra y con la comunidad.

Un caminar diario

Hemos caminado sobre las aguas de la multitud, en medio de una sociedad secularizada e indiferente, ahora toca mantener la mirada fija en Jesús y en su evangelio para construir la comunidad y favorecer la bondad del Reino de Dios. Los jóvenes aspiran a la bienaventuranza y la iglesia ha de caminar con ellos para que la encuentren. Sigue quedando por delante el proceso de un caminar diario, serio, vivo, motivador, minoritario y verdadero. Hay que apuntarse a lo anónimo de la puerta de la vida y de la brisa de lo más sencillo, interior y oculto del existir.

Jóvenes durante la misa final de la JMJ de Lisboa

Buscar la brisa más allá de los vientos, porque el poder está en un camino de sudor y compromiso que ofrece momentos de descanso y profundidad en la mirada de Jesucristo como único maestro. De todos modos, asumo el reto de darle tiempo de reflexión a todo lo recibido, visto, oído y palpado, aún sin estar allí físicamente, para tomar nota de lo que he de seguir aportando al proceso del caminar evangélico de los jóvenes en nuestra iglesia.