Los obispos argentinos se comprometen a ser la voz de las comunidades en el Sínodo

Promoverán una Iglesia en salida que viva plenamente la comunión, la misión y la inclusión

Los obispos argentinos se comprometen a ser la voz de las comunidades en el Sínodo

Los obispos argentinos que participarán de la primera sesión de la XVI Asamblea General del Sínodo, que se realizará entre el 4 y 29 de octubre en Roma, compartieron un mensaje para expresar sus intenciones ante este encuentro con los representantes de todas las Iglesias.



Oscar Ojea, obispo de San Isidro y presidente de la Conferencia Episcopal Argentina; Marcelo Colombo, arzobispo de Mendoza y Carlos Azpiroz Costa, op, arzobispo de Bahía Blanca, vicepresidente 1°  y 2° del episcopado, respectivamente; Ángel Rossi, sj, nuevo cardenal y arzobispo de Córdoba; y Dante Braida, obispo de La Rioja, aseguraron que llevarán al encuentro sinodal el camino de muchas comunidades del país.

“Sentimos el peso de la responsabilidad, junto a la alegría profunda, que significa poder ser voz de nuestras Iglesias en el corazón de una asamblea que representa a la Iglesia universal”, expresaron los referentes de la Iglesia argentina.

Reconocimiento al trabajo local

Afirmaron que en cada diócesis, hombres y mujeres, obispos a la cabeza y delegadas diocesanos, pusieron su esfuerzo al servicio del Evangelio para promover un estilo de Iglesia que viva la comunión, la misión y la participación buscando incluir a todos y siendo Iglesia en salida, como pide el papa Francisco.

Valoraron el trabajo que se hizo en el tiempo de escucha, en el cual comunitariamente buscaron “discernir la voz del Buen Pastor en las voces de nuestro pueblo y queremos ser fieles a ese discernimiento orante”. Con este espíritu y atendiendo al pedido del cardenal Mario Grech, secretario general del Sínodo de los Obispos, convocaron a los fieles a orar por todos los que participarán de estas jornadas para que sean dóciles al Espíritu.

Después de agradecer a Dios y a quienes les confiaron esta misión, comprometieron su oración ante la tumba de los “apóstoles, sobre cuyo testimonio se apoya nuestra fe vivida y compartida eclesialmente”.

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