Han pasado apenas 45 días desde que el arzobispo de Vaduz (Liechenstein) cumplía 75 años y presentaba, tal como establece el Derecho Canónico, su renuncia ante el papa Francisco. Y hoy la Santa Sede ha anunciado que el Pontífice ha aceptado la renuncia de Wolfgang Haas, quien en 2021 se oponía a llevar a cabo la fase diocesana del Sínodo de la Sinodalidad.
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Sin embargo, el Papa no ha hecho caso –por el momento– a las peticiones de los fieles que solicitaban el pasado mes de agosto que suprimiese la diócesis, ya que Francisco ha nombrado a Benno Elbs, obispo de Feldkirch en Austria, administrador apostólico.
El Sínodo, “ideológicamente viciado”
Haas se bajaba del carro del Sínodo de la Sinodalidad porque, según él, “en nuestra pequeña archidiócesis podemos abstenernos de llevar a cabo un proceso tan complejo y a veces incluso complicado, que en nuestras latitudes corre el riesgo de convertirse en algo ideológicamente viciado”.
El prelado defendía de esta manera, en un comunicado que hacía público la diócesis, que entre las parroquias y los agentes de pastoral con los sacerdotes había un contacto estrecho “de modo que siempre ha sido y es posible un intercambio intelectual y espiritual”.
“Todos los que lo deseen pueden dialogar entre sí, escucharse y mantener una comunicación personal sobre sugerencias, deseos e ideas en la vida cotidiana de la Iglesia”, señalaba. Recordaba, además, que hay consejos parroquiales y órganos de participación en las instituciones eclesiásticas en las que los responsables pueden gozar de “una interacción responsable, con tacto y sensibilidad”.