La lacra de los abusos de poder, conciencia y sexuales, lejos de ser un capítulo al que algunos buscan pasar página de forma apresurada y con borrones letales, se presenta como una novela con volúmenes indeterminados.
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El presidente de la Pontificia Comisión para la Protección de los Menores, el cardenal Seán Patrick O’Malley, en un conversatorio internacional digital organizado en estos días por la Academia de Líderes Católicos, con la colaboración de esta revista, ha alertado de que “si no logramos asegurar al pueblo que la Iglesia está aquí para proteger a los menores, nadie nos va a tener confianza, nuestra misión de evangelización va a ser imposible”.
Mucho por hacer
La pantanosa gestión del caso Rupnik, el jesuita genio de los mosaicos, es reflejo de lo mucho que queda por hacer. Y es que, mientras el visitador del Vicariato de Roma alerta de “procedimientos gravemente anómalos, cuyo examen generó también dudas fundadas sobre la propia solicitud de excomunión” al sacerdote, las víctimas se escandalizan y los investigadores del caso muestran su “perplejidad” a Vida Nueva y corroboran la veracidad de las acusaciones contra el sacerdote. Con esta maraña de fondo, resulta complicado recuperar la confianza.