Oración, canciones, descansos, pies levantados, la ayuda en los puestos y de las distintas parroquias, confesiones, bautismos… signos de la tradicional peregrinación a Luján que convoca a miles de personas que, con sus intenciones y promesas, se acercan a la Madre, patrona de la Argentina.
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La imagen cabecera había partido a las 10 de la mañana del Santuario de San Cayetano y fue la guía y compañía de los caminantes durante 57 kilómetros. Después de varias horas de caminata, y bajo el lema: “Madre, estamos en tus manos, danos fuerza para unirnos”, los peregrinos se encontraron en la Basílica para dejar a los pies de la Virgen los motivos que los llevaron a hacer este “sacrificio” de amor y fe.
“María de Luján, estamos en tus manos”
El arzobispo de Buenos Aires y primado de la Argentina, Jorge García Cuerva, quien peregrinó con los fieles, presidió la Celebración Eucarística.
En alusión al lema de esta 49° peregrinación, sostuvo: “Estamos en tus manos, porque en ellas confiamos. En estos tiempos se nos acercan manos llenas de promesas con sabor preelectoral; las tuyas parecen estar vacías, pero sin embargo, las sentimos llenas de ternura, esa ternura que nos cura el corazón que aún duele por los abrazos no dados, por los seres queridos no despedidos dignamente, y todas las heridas que nos dejó la pandemia”.
Destacó que las manos de la Virgen son pequeñas, pero sostienen a todo un pueblo, y están cerquita del pecho porque laten al ritmo de su corazón materno que “nos ama mucho”; y están juntas, unidas y entrelazadas; nos hablan de fraternidad. Además, son de barro porque están metidas en la realidad de la gente.
Hora de fraternidad
Asimismo, expresó que los peregrinos, cansados de tanto andar, quieren como los niños buscar sus manos para dejarse cobijar y acariciar por ellas.
El obispo porteño pidió fuerza para unirnos. Dijo que durante las horas de caminata, los peregrinos pidieron fuerza para seguir caminando, para levantarse, para soportar dolores y ampollas, para cruzar el primer y segundo puente, para sostener a otros, para llegar.
Y justificó su pedido: “Lo necesitamos más que nunca; las heridas de la descalificación, de la intolerancia, de la violencia física y verbal, ya supuran, y nos están infectando el corazón. Es hora de fraternidad, es tiempo de unirnos, como lo hiciste vos María junto al discípulo amado y las otras mujeres, al pie de la cruz”.
García Cuerva expresó que la peregrinación a Luján es la demostración de un pueblo que no baja los brazos, que busca la unión y puede caminar con un mismo objetivo, levantando las banderas de la paz y la justicia. “Es la demostración de un pueblo crucificado que trae a María todos sus dolores para que una vez más nos consuele y nos anime a seguir”, afirmó.
Se dirigió a los fieles y les aseguró que las ampollas y el cansancio pasarán, pero el amor de la Madre no pasará jamás. Que se dejen abrazar por Ella, que lloren en su regazo y le entreguen sus sufrimientos y pecados. “Estás en Luján, estás con María en esta plaza, estás en la basílica; sos su hijo, sos su hija, sentite en casa”.