Parece que el papa Francisco, con cada uno de los sínodos que convoca, se está acostumbrando a recibir diferentes ‘dubia’ –es el plural de ‘dubium’, dida en latín–- Así ha ocurrido ahora a las puertas del sínodo de la sinodalidad y previamente en el caso de ‘Amoris laetitia’ o la asamblea sobre la Amazonía. Pero esto no es del todo una novedad ya que desde el Vaticano II ha habido una constante en las consultas recibidas en torno a diferentes temas.
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¿Homilías de laicos?
Aunque en el último caso el Papa ha sido quien ha respondido directamente aprovechando su tiempo de vacaciones –además de para recibir ese día al Celta de Vigo–, habitualmente son los dicasterios competentes los responsables de ofrecer las soluciones precisas a los cardenales, obispos, conferencias episcopales o comunidades religiosas –y en menos medida laicos– que las hacen llegar; también los papas se han implicado varias veces. En ocasiones estas dudas se refieren a concreciones o interpretaciones canónicas o litúrgicas, pero ahora ‘Vida Nueva’ repasa las consultas más sonadas recibidas por Juan Pablo II y Pablo VI.
Así, Pablo VI recibió en 1971 un ‘dubium’ consultando si les era lícito a los laicos realizar la homilía en la misa. Ni que decir tiene que la respuesta fue negativa. Sí que se respondió afirmativamente en 1965 a que no fuera obligatoria sobre la oración de los fieles de la eucaristía durante los días laborables, una duda más funcional que eclesiológica como la anterior.
El sacerdocio de las mujeres
Por su parte, uno de los ‘dubium’ más famoso de los recibidos por Juan Pablo II es el recibido en torno al sacerdocio femenino. La respuesta, en 1995, la firmó el entonces cardenal Joseph Ratzinger como prefecto de la Congregación para la Doctrina de la Fe, quien respondió afirmativamente a que la enseñanza de la Iglesia sobre la negación de la ordenación de mujeres debía considerarse definitiva.
Al Papa polaco también le llegó en 2001 una consulta sobre si podía un fiel confesarse durante la misa. Fue la Congregación para el Culto Divino y la Disciplina de los Sacramentos quien validó esta práctica e incluso invitó que en una concelebración “algunos sacerdotes se abstengan de concelebrar para estar disponibles para los fieles” que quieren confesarse.