Siempre participo de Iom Kipur, la mayor festividad de los judíos en donde piden perdón días después de celebrar el año nuevo en la fiesta de Rosh Hashaná.
- PODCAST: Sínodo a prueba de dubia
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Además de rezar como lo hicieron Jesús, María, José, Juan Bautista, los apóstoles y todos los protagonistas del Antiguo Testamento, aprendo mucho y me hace bien compartir con hermanos con los que tenemos un mismo Dios y nos anteceden en la fe.
En la última celebración, el presidente de la Comunidad al hacer referencia a lo vivido en el último año, centró su reflexión en el ver y en el sentir.
¿Qué vemos cuando vemos? ¿Lo que aparece o lo que es? Y yo agregaría ¿lo que nos conviene? Fácilmente huimos de la realidad viendo lo que queremos ver, lo maquillado o bien lo que denostamos, disminuyendo o aumentando defectos según convenga.
Abrieron camino
Este señor invitó a ver, por ejemplo, lo que vemos más allá de la educación, de los planes de estudio; invitó a ver el sujeto de la educación, los jóvenes que constituyen presente y futuro, así mismo preguntó qué vemos en el cementerio en donde están los que abrieron camino, los que custodiaron historias y tradiciones. Sería algo así como ver corazones detrás de rostros, películas más que fotos, procesos más que resultados.
Posteriormente se nos invitó a revisar el sentir que provoca el ver. ¿Qué sentimos cuando vemos a los jóvenes, a los ancianos, a nuestros difuntos, a los pobres, los olvidados, los líderes y demás personajes que se nos vengan a la mente? ¿Qué mueve nuestro corazón? ¿Qué es lo que apasiona nuestro sentir?
Y damos un paso más… ver, sentir y reconocer el sentir, darle nombre. La injusticia, la violencia, la desesperanza ¿Me genera compasión o la indiferencia con la frase “la vida es así”? El éxito del otro, su paz interior, su crédito social ¿mueve mi envidia o mi gratitud porque hay buena gente?
En el tercer paso ¿qué hago con eso? ¿Me pone en movimiento para bien o para mal? ¿Cómo me muestro ante Dios con mi ver y mi sentir?
Al leer los salmos, Palabra de Dios que compartimos con la comunidad judía, invitan a ver más allá del mero mirar, hay una actitud de dolor, de gozo, de gratitud, de alabanza e inmediatamente llevan a un sentir, pero no un sentir inerte sino un sentir proactivo, un sentir hacia otros con la búsqueda del bien.
Así Iom Kipur y todas nuestras celebraciones cobran sentido y se salen del ritualismo, no celebramos por tradición, por culpa, porque lo hacen todos sino porque renuevan nuestros ver y sentir y alimentan al andar.
Es lo que sentí al salir de la Sinagoga después de ver a nuestros hermanos mayores. Es una invitación a andar.