Ha terminado uno de los capítulos más complejos de la historia contemporánea de Ecuador con la elección de Daniel Noboa, joven empresario, que derrotó en las urnas a la candidata del correísmo, Luisa González, con el 52% de los votos frente al casi 48% de su rival.
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Los obispos ecuatorianos han expresado que luego de esta contienda “no hay ni ganadores ni perdedores cuando lo que importa es la Patria” toda vez que piden a los candidatos que sido elegidos “mirar más allá de sus intereses personales y partidistas”.
Además han pedido enfrentar “con audacia los grandes problemas que tenemos los ecuatorianos, como son la pobreza estructural, la insoportable inseguridad, el creciente desempleo, la falta urgente de salud y educación, el acecho del narcotráfico, el sicariato, la corrupción pública generalizada, la mentira como estrategia política, entre otros”.
Y a quienes no fueron elegidos han pedido alejarse de todo discurso que “promueva la división y la violencia y aunar sus mejores esfuerzos para lograr una gobernabilidad”, porque “la polarización de las posiciones ideológicas es una renuncia a la posibilidad de ‘caminar juntos’ y de hacer surgir algo verdaderamente nuevo”.
Vencer el miedo
Los prelados reiteraron que “la democracia garantiza que la gestión del presente y del futuro de un país sea sometido a la voluntad popular y no al deseo egolátrico de unos pocos”.
Con estas elecciones “Ecuador ha vencido el miedo”, aún cuando “las urnas se han cerrado. En cada voto, por uno u otro candidato, hay un acto de responsabilidad política y sobre todo la expresión de un sueño”.
Atrás debe quedar la violencia asesina que “empañó de sangre el proceso electoral” en referencia la muerte de Fernando Villavicencio, candidato víctima del sicariato. La voluntad popular en el voto reflejan “el dolor y sufrimiento de nuestros pueblos originarios, de nuestros niños y jóvenes, de nuestros ancianos y personas con discapacidad, de quiénes han dejado el Ecuador buscando en otros países un futuro mejor”.
También de quiénes “luchan cada día para llevar el pan a sus mesas con esfuerzo y sacrificio. No hay ni vencedores ni vencidos cuando lo que importa es la persona y su dignidad y el compromiso de defenderla en cada decisión y acción por encima del capital, del Estado o de cualquier estructura o sistema”.
Por un Ecuador más justo, libre y equitativo
Por ahora invitan a todos los ecuatorianos no conformarse “con el solo derecho y deber de elegir a nuestras autoridades, sino también para que aportemos con lo mejor de cada uno para encontrar soluciones y que de manera siempre propositiva sepamos exigirles que no traicionen a este pueblo que hoy les ha confiado su destino”.
“Como ciudadanos, estamos llamados a mirar el presente y futuro con esperanza y confianza, de tal modo que reconozcamos, valoremos y desarrollemos las capacidades que tenemos y las pongamos al servicio de las grandes causas de la sociedad, especialmente las de la juventud, como son la paz, la justicia, el desarrollo y el cuidado de la casa común”, acotaron.
Los obispos ecuatorianos están conscientes de que “la fe en Dios no nos ofrece soluciones mágicas, pero si nos desafía a poner nuestros talentos al servicio de los más necesitados en las distintas áreas donde el aporte de la fe cristiana es innegable como la educación, la salud, la asistencia social, y la defensa de la vida en todas sus expresiones”.
Ratificaron su compromiso de “seguir caminando junto a todos los que buscan un Ecuador mejor, sin importar su credo o partido”, puesto que comparten con todo el pueblo “sus gozos y esperanzas, sus tristezas y angustias” y “solo mirando hacia lo alto y entrando en el barro de la historia, podremos encontrar un Ecuador más justo, libre y equitativo”.
Foto: X Daniel Noboa