Las voces de Oriente Medio, Ucrania y la Amazonía han reclamado la paz en medio del Sínodo que se prepara para rezar el rosario con esta intención. “Se ha hecho un llamamiento para ayudar a los jóvenes en un Oriente Medio que se desangra, para ayudarles a no perder la esperanza o a no tener el dolor como única perspectiva y, por tanto, a abandonar el país”, señaló Paolo Ruffini, prefecto del Dicasterio para la Comunicación este sábado.
La paz esperada
En la última sesión de esta tercera semana de la asamblea ha resonado el llamamiento a la paz de Francisco, que no participó en la sesión de la tarde del 20 de octubre. De los participantes, la religiosa Nirmala Alex Maria Nazareth, superiora general de las Hermanas del Carmelo Apostólico, destacó que el Sínodo no “termina aquí en Roma, sino un proceso continuo en el que implicar a personas de todos los niveles de la sociedad”. “Es un viaje que me ha renovado por dentro y que aportará cada vez más entusiasmo a las más de 130.000 religiosas que trabajan en todos los ámbitos en la India. Cada una de nosotras puede sentirse libre, sin miedos ni presiones, y este ambiente de oración y silencio ha permitido profundizar en mi papel de responsable de una Congregación”.
“No estamos inventando nada, estamos recogiendo lo que el Espíritu Santo ha dicho a la Iglesia”, señaló el cardenal Pedro Ricardo Barreto Jimeno, arzobispo de Huancayo (Perú), sobre el camino sinodal que ha implicado a parroquias, diócesis, de diferentes países y continentes en los últimos dos años. “El nuevo método nos está dando a todos la oportunidad no sólo de compartir experiencias, sino también de vivir en pequeño la experiencia de la Iglesia universal. Hay tensiones, como en toda familia, pero hay algo que nos entusiasma”, destacó.
Jean-Marc Eychenne, obispo de Grenoble-Vienne (Francia), describió la experiencia como un ejercicio de corresponsabilidad. Hay que asumir, explicó, “cómo podemos avanzar hacia una Iglesia en la que el concepto de corresponsabilidad esté más presente, pasando de una Iglesia en la que hay pocos responsables a una Iglesia en la que todos son corresponsables en el anuncio de Cristo y del Evangelio: todos los miembros del Pueblo de Dios, con la misma dignidad y la capacidad de expresar sus opiniones y participar en las decisiones”.
“Las respuestas en el tercer milenio, ante estas preguntas, son diferentes que en el segundo milenio”, señaló Franz Josef Overbeck, obispo de Essen, hablando de la posibilidad de los sacerdotes casados y lamentando la crisis vocacional. “Aquí en el Sínodo estamos junto con todas las Iglesias orientales y ortodoxas, donde se puede ver que incluso el sacerdocio con sacerdotes unidos en matrimonio es normal. Hoy es muy difícil para nosotros. Veamos qué sucederá, paso a paso. Es también una cuestión teológica: debemos preguntarnos no sólo cómo salvar, sino también cómo vivir la dimensión sacramental de la Iglesia. Estamos ante una nueva etapa de la vida de la Iglesia en el tercer milenio: para mí, las respuestas están claras, y son distintas de las del segundo milenio”.
“La nuestra es una sociedad postsecular: mucha gente no tiene idea de la trascendencia, ni de lo que significa en la vida cotidiana de un cristiano, un protestante o un miembro de otras religiones. Y esto cambia todo el panorama. En nuestro camino sinodal, por ejemplo, hubo grandes preguntas sobre cómo integrar a las mujeres en la Iglesia católica. Alemania es un país con un 30% de protestantes, donde la mitad de los pastores son mujeres”, apuntó comparando las propuestas alemanas.