¿Qué tiene que ver el cine con la Biblia?


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El próximo 23 de noviembre se cumplirá el centenario del estreno de la película ‘Los diez mandamientos’, dirigida por Cecil B. DeMille, precursora de la más famosa que se estrenaría en 1956 (la de Charlton Heston y Yul Brynner).



La Biblia y el cine pueden ser dos buenos compañeros de camino, aunque no siempre lo sean. A la fuerza de la palabra con que se expresa el texto bíblico hay que añadir la de la imagen. En este sentido, la imagen puede aportarle al texto bíblico la “modernidad” o la vivacidad que este podría haber perdido con el paso del tiempo, habida cuenta de la vigencia actual de la cultura audiovisual: si los hagiógrafos hubieran vivido en nuestra época, quizá no habrían escrito libros, sino rodado películas (o videoclips).

No es despreciable la aportación artística que el cine puede prestarle a la Escritura, aunque también es claro que la Escritura puede fecundar al cine mediante la profundidad argumental o de planteamientos, ya que las historias bíblicas son en gran parte universales.

Los Diez Mandamientos 1956

A mi modo de ver, la principal dificultad con que choca el cine –especialmente el religioso– con respecto a los textos bíblicos es la confusión de géneros y lenguajes. Hay que darse cuenta de que, en el fondo, estamos ante géneros distintos, normalmente con lógicas, enfoques, lenguajes y objetivos diferentes.

Apocalipsis

Así, textos que en la Biblia no tienen carácter histórico –aunque el lenguaje del relato haga que puedan ser interpretados equivocadamente de esa manera–, en la pantalla aparecen o podrían aparecer, por mor del guion y de las imágenes, como sucesos realmente acaecidos en la historia y, por tanto, distorsionados con respecto a su fuente original. Baste con imaginar una película basada literalmente en el relato del Apocalipsis, con un cordero degollado que permanece en pie y comparte trono con un venerable anciano de cabellos blancos, o un desfile de jinetes montando caballos de colores, o una prostituta sentada sobre una bestia de color escarlata…

Una buena adaptación de un relato bíblico exigiría sin duda un trabajo de elaboración mucho más profundo y una verdadera “traducción” –no solo mera y superficial plasmación– en guion e imágenes. Por seguir con el ejemplo del Apocalipsis, en la saga de películas de ‘El Señor de los anillos’ (Peter Jackson, 2001-2003) encontraremos pasajes de enorme proximidad con el último libro bíblico, aunque formalmente bastante alejados de él.