La Red Iglesias y minería ha cumplido 10 años y, para ello, celebraron un 5.º encuentro continental, en Guatemala, del 3 al 8 de noviembre, en el que sus 80 participantes, venidos de 16 países de América Latina y Europa, han suscrito un manifiesto.
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Estuvieron comunidades indígenas, campesinas y urbanas afectadas por la minería – líderes religiosos y espirituales, quienes integran los nodos locales y organizaciones que componen esta red.
“Nos encontramos para evaluar y reafirmar nuestro compromiso por la defensa de toda la creación, los derechos territoriales, así como, los modos de vida de los pueblos y poblaciones afectadas por el extractivismo y el calentamiento global”, han dicho.
“Luego de 10 años de memoria y resistencia junto a comunidades martirizadas por las economías y políticas extractivistas” han identificado “un creciente deterioro de la democracia”, reflejado en el militarismo, autoritarismos y neofundamentalismos, que “alimentan políticas de violencias patriarcales, coloniales y capitalistas que acentúan las
brechas de desigualdad”.
Expresaron su solidaridad con el pueblo guatemalteco, que “como muchos pueblos de la región viene luchando por construir una sociedad libre de injusticias” como también al pueblo palestino, que “es víctima del más atroz genocidio perpetrado por las guerras imperiales en su apropiación ilegítima de los bienes naturales”.
En activa resistencia
En estos 10 años de camino “nos resistimos a creer que no hay salidas al actual modelo de desarrollo, basado en el extractivismo minero” y de la mano de los pueblos ancestrales “nos han permitido reconocer a Dios padre y madre en la Naturaleza”.
Afirman que han transitado de la indignación por los desastres mineros a la acción concreta mediante “la investigación, en la documentación, en la incidencia y en el crecimiento de la red a nivel continental”.
Los integrantes de esta red reafirmaron su compromiso por la defensa de los derechos y de la vida como “un espacio de acogida, de solidaridad y comunidad”, por ende, “nos reafirmamos y nos enriquecemos desde el Abya Ayala con aquellas espiritualidades que alimentan la
esperanza y protegen la Madre Tierra con relaciones de ternura, respeto y permiso”.
Lamentaron que “en este caminar” se han encontrado con “aquellas miradas y prácticas eclesiales que se sostienen en la teología de la prosperidad, que legitiman el saqueo de la naturaleza y bendicen los extractivismos”.
“Las grandes esperanzas, desafíos e indignaciones que nos juntaron y nos han permitido caminar en estos 10 años, no hubieran sido posibles sin la presencia de los Espíritus que nos dan la fuerza para dialogar en el seno del Vaticano, con los grandes bancos europeos y con los Estados que financian este modelo destructor y de muerte”, añadieron.
Avivar el compromiso
Hicieron un llamado “a las Iglesias a encarnarse y caminar unidas a las comunidades y pueblos, acompañándoles en las durísimas luchas de resistencias que les toca enfrentar para sobrevivir”, porque “no podemos ser cómplices y tibios ante los que amenazan la vida y el
futuro de nuestros pueblos y comunidades”.
Toda vez que “alertamos a las comunidades y denunciamos propuestas evasivas y falsas promesas de prosperidad que son ilusorias, así como, los anuncios de salvación de grupos religiosos reaccionarios que se alejan de la defensa de los derechos humanos inalienables de toda persona”.
Además advierten sobre “el llamado ecologismo de la transición energética, impulsado por las élites globales, es un engaño que busca la perpetuidad del modelo de desarrollo extractivista y la promesa del progreso tecnológico”, que solo beneficia “a las élites
tecnocráticas y financieras articuladas al Foro Económico Mundial”.
“Este proyecto del poder global intenta pasar de los combustibles fósiles -(gas y petróleo) que organizó su modelo de saqueo durante más de cien años, a la profundización de la minería metálica, base de la organización del nuevo modelo de destrucción extractivista”, apuntaron.
En este 10.º aniversario “avivamos nuestro compromiso con quiénes sufren por este modelo devorador” y “en sus clamores reconocemos también la fuerza de su esperanza, que nos inspira y que nos mueve a ser tejedores y tejedoras de nuevas posibilidades para este mundo”.
En tres palabras resumen lo que seguirá siendo su inspiración: la resistencia, la alegría y la esperanza, que “emana de los territorios”.
Foto: Red Iglesias y minería