Enrique Lluc
Doctor en Ciencias Económicas

Los avances tecnológicos


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El hecho de que haya sido bendecido por una vida que ya supera el medio siglo, hace que tenga una perspectiva histórica que me ayuda a comprender alguna cosilla mejor que cuando era más joven y tenía menos experiencia. Una de ellas es el deslumbramiento general que se produce cuando hay algún avance tecnológico importante. Desde que tengo uso de razón ha habido varios inventos que se han identificado con algo revolucionario para la vida que iba a transformar nuestra existencia como nunca antes había sucedido.



El vídeo, el ordenador personal, internet, el CD, el móvil, las redes sociales, el libro digital, etc. Todos ellos y alguno más que puedo olvidar ahora, se han visto como algo que iba a transformar profundamente nuestra vida y por lo que nada iba a ser igual a partir de ese momento. Recuerdo con frecuencia un reportaje que leí al final del siglo pasado en el que se entrevistaba a casi un centenar de personas que habían nacido, cada una de ellas, en un año diferente del siglo XX. A todas ellas se le hacían unas preguntas fijas y otras variables dependiendo de su ocupación y experiencia.

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Una de las fijas era cuál era el invento que más les había impactado en su vida. La respuesta más repetida, con diferencia, era la luz eléctrica. La posibilidad de ver de noche y de continuar su actividad a oscuras, era lo que más les había cambiado la vida. Un invento aparentemente sencillo. Si me preguntasen eso a mí, me sería difícil contestar a esta pregunta en estos momentos. Tal vez la posibilidad de comunicarme de una manera barata con personas que viven en las antípodas, pero no estoy seguro de ello.

A favor y en contra

Pero vuelvo al relato inicial: ¿Cómo se reacciona ante estos inventos? Por un lado están aquellos que se apasionan, que se entregan desde un principio a propagar la fe en que ese invento va a ser la verdadera revolución que todos estamos esperando. Son personas que intentan adaptarse rápidamente a él, que lo utilizan bien o mal, que lo adquieren con rapidez, que intentan convencer a todos de que no vamos a poder vivir como hasta ahora. Estos serían los apasionados por la novedad y sus apóstoles y divulgadores.

Al mismo tiempo aparecen los pesimistas y agoreros, aquellos que ven toda la parte negativa de los inventos y piensan que siempre fueron mejores los tiempos pasados. Aquellos que piensan que esas novedades solamente nos van a traer problemas e irremediablemente un empeoramiento de nuestra vida. Por ello se autoproclaman objetores y afirman que no utilizarán ese invento del diablo, al mismo tiempo que intentan convencer a otros.

Si miramos a nuestro alrededor, lo mismo parece estar sucediendo con la última innovación tecnológica que ha aparecido en nuestra sociedad, la Inteligencia Artificial (IA) ¿Conocen ustedes alguno de sus apóstoles? ¿Y alguno de los pesimistas con respecto a ella? Seguro que se han encontrado con forofos y detractores de la misma. La próximas semanas hablaré un poco más de esta cuestión.