Más allá de aquellas personas forofas de cualquier innovación y que llegan a pensar que dentro de poco tiempo no vamos a trabajar nadie porque todo nos lo harán las máquinas, voy a repasar algunos de los usos para los que se está utilizando la IA y cómo eso puede afectar a nuestra existencia. El primero es un uso que me afecta directamente como profesor universitario. Nuestros alumnos comienzan a confiar en la IA para que haga sus trabajos o parte de ellos. Aquellos elementos de los trabajos que son menos especializados y más repetitivos, se dejan a los algoritmos de la IA. Además, sospechamos que este uso crece de manera exponencial para esquemas, resúmenes, etc.
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Eso supone que el valor que podía tener la necesidad de saber buscar en Internet y encontrar aquella información que es más válida, ya no lo tenemos que hacer nosotros porque lo hace la IA. Para los profesores es más difícil detectar esto que la copia directa de Internet. Para esto último teníamos medios con los programas anticopia que nos detectaban rápidamente estos fusilamientos de contenidos ajenos.
Sin embargo, como la IA realiza ya el trabajo del alumno, es mucho más complicado detectar que es una copia. Creo que para cualquier lector se muestra de una manera evidente que esto hace que el trabajo realizado en casa pierda todo su sentido, que ya no sea interesante pedir a los alumnos determinados tipos de trabajos y, puede ser que, en poco tiempo, ni siquiera el trabajo de fin de grado. También se pierde la capacidad para hacer esquemas y el aprendizaje que esto supone. Si me lo hace la IA ya no aprendo yo por mi cuenta.
Algunos opinan que lo que hay que hacer es enseñar a los alumnos a hacer un buen uso de esta tecnología, pero para poder hacer un buen uso de algo, se precisan de conocimientos previos y estos no se pueden adquirir pidiendo a la IA que te lo haga todo. Por ello, una de las reacciones posibles que hay es la de volver al bolígrafo y al papel. Que los jóvenes tengan que escribir sin ningún soporte ni ayuda técnica. Que tengan que pensar sin ayuda de máquinas, que tengan que elaborar textos por sí solos. Parece bastante claro que, alguien que sabe pensar, que sabe elaborar contenidos sin necesidad de nada ni nadie más, puede luego ayudarse correctamente por la IA. Sin embargo, es dudoso que alguien que siempre hace las cosas con la IA, pueda desenvolverse sin ayuda.
La valía de las personas
Por ello, una de las primeras consecuencias de la aparición de la IA es la de recordar la valía de las personas. Educar a jóvenes que sean capaces de desenvolverse sin la IA, va a ser un valor diferenciador para aquellos que quieran realmente tener conocimientos para desenvolverse en entornos profesionales. Y no hay que tener preocupación porque los jóvenes aprendan a utilizar la IA, lo hacen, sin necesidad de los centros educativos. Saben hacerlo sin que les enseñemos, aprenden a hacerlo sin necesidad de ir a la escuela.