“Vale la pena recordar que la justicia es la condición sine qua non para mejorar la armonía social y la fraternidad universal que tanto necesitamos hoy”. Así lo ha asegurado el papa Francisco en su mensaje a los participantes en la Asamblea de partidos de la Organización Internacional para el Derecho del Desarrollo (IDLO) que se celebra hoy en Roma en el Ministerio de Asuntos Exteriores.
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“Es también la virtud necesaria“, ha continuado el Papa, “para la construcción de un mundo en el que los conflictos se resuelvan sólo de forma pacífica, hasta que prevalezca el derecho del más fuerte, hasta que prevalezca la fuerza del derecho”.
“Desafortunadamente, somos muy pocos para lograr este objetivo”, ha aseverado. “En la vida compleja y ardua que vivimos, marcada por graves crisis interconectadas, somos dolorosamente conscientes del aumento de las restricciones violentas, de los efectos aún más nocivos del cambio climático y de la corrupción”, ha apuntado, por lo que “es aún más conmovedor que no hay necesidad de buscar una justicia centrada en las personas con miras a sociedades pacíficas, justas e inclusivas”.
Sociedades prósperas
“La razón es que el Estado correcto está al servicio de la persona humana y pretende proteger su dignidad, y esto no admite excepciones”. Sin embargo, “no son sólo las crisis las que suscitan quejas contra las libertades y el estado de derecho en el seno de la democracia. En efecto, también existe una concepción errónea de la persona humana, una concepción que debilita la propia protección y abre progresivamente la puerta a graves abusos al reducir la apariencia del bien”.
“En efecto, sólo la ley puede constituir el requisito previo indispensable para el ejercicio de cualquier poder y esto significa que los órganos gubernamentales responsables deben garantizar el respeto al Estado legítimo, independientemente de los intereses políticos dominantes”, ha insistido el Papa. “Cuando el derecho se fundamenta en valores universales, como el respeto a la persona humana y la protección del bien común, el estado del derecho es fuerte, la gente se aferra a la justicia y las sociedades son más estables y prósperas”. Por el contrario, “sin paz y justicia ninguno de los desafíos mencionados anteriormente podrá salvarse”.