La presidenta de la Comunidad de Madrid, Isabel Díaz Ayuso, ha presentado hoy el tradicional Belén que se ubica en la Puerta del Sol. Desde la Real Casa de Correos, además de presentar el programa navideño de la región, ha defendido en un extenso pregón en el que reivindicó “una perspectiva cristiana” de la Navidad que hace “ser conscientes de que nada de lo que les ocurra a otros hombres” es “ajeno” y deja la “promesa de la resurrección, de que la muerte no es el final”. “Da igual que se tenga fe o no, porque tenemos la libertad de creer lo que queramos. Basta ser herederos de esta cultura y saber dejarla en herencia a los que vengan luego”, expuso.
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En esta misma línea, destacó que “Jesús trae un mensaje de esperanza y de confianza, incluso en medio de los actos más atroces, su mensaje fue revolucionario, un antes y un después en la Historia de la Humanidad”. Así, Díaz Ayuso se mostró convencida de que “el Niño Dios que nace en Belén” genera consigo “la promesa de libertad que trae la cultura cristiana, la más profunda de la Historia”.
El fundamento de la democracia liberal
Para Díaz Ayuso, “nuestras raíces católicas, universales, nos recuerdan que los hombres nacemos, ante todo, libres”. De hecho, llegó a afirmar que “el humanismo cristiano” fundamenta “la democracia liberal”, sostiene que todos son “responsables los unos de los otros” y por eso hay que protegerse, cuidarse y no “dejar a nadie atrás”. Incluso, dio las gracias por vivir “en un Estado de Derecho que nace de esa forma de ver la vida, hija de Grecia, de Roma y de la cultura judeocristiana”.
La líder regional del Partido Popular considera que “la clave de la civilización cristiana” radica en que “el hombre es libre hasta para decirle a Dios que no, incluso para el mal más absoluto que supone el terrorismo”. “Pero ahí se encuentra también nuestra esperanza”, apostilló la presidenta madrileña, que añadió que “si somos libres para hacer lo peor, también lo somos para hacer lo mejor, para hacer el bien, e incluso ser héroes”.
No perder la fe
A partir de ahí, en su extenso discurso, hizo un llamamiento a la ciudadanía para que “ser fuertes” y “mirar adentro” en los momentos “más difíciles” y de prueba para encontrar “ese sentimiento que no se explica con palabras pero que mueve el mundo”. “Es el amor y la esperanza, que extraen lo mejor de nosotros para seguir viviendo con nuestra mejor versión”, sentenció.
“Cuanto más odio, más amor. Cuanta más ira, respondemos con grandeza”, defendió la presidenta que instó a los presentes a “no perder nunca la fe y la esperanza en el milagro de la vida, que empieza cada mañana”. “Hemos de saber que todos somos únicos e insustituibles, que como vienen las dificultades vienen las alegrías. Y que al final, todo saldrá bien”, compartió.