A unas horas de clausurarse, este martes 12 de diciembre, la Cumbre del Clima en Dubái, la COP28, los sentimientos que recoge Vida Nueva en una fuente interna, muy activa en estas dos semanas de trabajo, son de “decepción” y temor a que la cita de la ONU se cierre en falso.
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Y es que, pese a que la COP28 debe culminar con un documento definitivo, que se dará a conocer mañana, la sensación en estas últimas horas, a falta de conocerse el impacto de las últimas negociaciones entre las 198 delegaciones nacionales presentes en Dubái, es que no se avanzará en acuerdos concretos y verificables que certifiquen que “es hora de abandonar la era de los combustibles fósiles”.
Petición de un tratado
Así lo han reclamado con fuerza más de cien países al comienzo de la cumbre. Más concretamente, una docena de países han pedido la implementación de un Tratado de No Proliferación de Combustibles Fósiles, que complementaría al histórico Acuerdo de París de 2015, siendo la Colombia de Gustavo Petro un referente a la hora de demandar este punto específico.
Sin olvidar a la propia Delegación de la Santa Sede, liderada por el secretario de Estado vaticano, el cardenal Pietro Parolin, que ha transmitido con fuerza el deseo del papa Francisco de que las energías renovables vayan sustituyendo al gas, al carbón o al petróleo.
Declaraciones negacionistas
Pero la “desilusión” ha llegado al conocerse la propuesta del presidente de la COP28, el sultán Ahmed Al Jaber, reconocido magnate petrolero y que, días atrás, llegó a declarar que “ninguna ciencia” puede demostrar que los combustibles fósiles “condicionan realmente” el calentamiento del planeta…
Hoy, en su aportación al debate final, ha publicado su propia propuesta, que esta fuente interna califica de “inaceptable”. Y es que, aunque Al Jaber asume que “las partes podrían” implementar “reducciones profundas, rápidas y sostenidas de las emisiones” de gases contaminantes, así como “triplicar la capacidad mundial de energía renovable y duplicar la tasa media anual mundial de mejora de la eficiencia energética para 2030”, también introduce una llamada a “reducir tanto el consumo como la producción de combustibles fósiles, de una manera justa, ordenada y equitativa, para lograr un desarrollo sostenible”. Todo ello en un proceso que debería darse “en conformidad con la ciencia”.
Ejercicios dialécticos y diplomáticos
Como explica este buen conocedor de lo que es una Cumbre Climática, y también de los ejercicios dialécticos y diplomáticos que imperan en ellas, no es casual que se hable de una “reducción progresiva” en vez de una “eliminación progresiva”… Solo esta segunda fórmula implicaría una apuesta decidida por “abandonar” los combustibles fósiles, estableciendo una agenda concreta y verificable.
También se rechaza “la implementación de tecnologías de captura de emisiones, cuando se sabe ya que no es una solución efectiva para la crisis climática”.